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Mi hijo Alfonso está conmigo; el miércoles 10 del mes corriente llegó aquí, acompañado de su esposa, su madre política y su encantadora pequeñuela, rebosando todos salud y alegría. ¡Gracias mil sean dadas a Dios! Alfonso está, sin embargo, muy flaco, y esto me mortifica, pero es preciso que me acostumbre a ello.

Por la noche, cuando sopla el mistral y cruje la casa por todas partes, con el mar lejano y el viento que lo aproxima, trae su ruido y lo ahueca, puede creerse uno acostado en el camarote de un buque. Pero, especialmente por la tarde es cuando la cabaña está encantadora.

Eponina quiso que esta se los pusiera para ver el efecto. ¡Ave María Purísima!... Púsose el primero; estaba encantadora. Púsose el segundo. ¡Oh, arrebataba! El tercero..., ¡Cristo!, el tercero caía tan bien a su cuerpo y figura, que sólo la idea de tener que quitárselo le daba escalofríos.

La señorita de Brenay puede ser encantadora, no digo que no dijo categóricamente la Bonnetable, pero es gastadora hasta el extremo... Y después, esa pretensión a millones cuando se tiene un dote modesto... No es tan modesto un dote de 20.000 pesos exclamó la de Aimont pronta a indignarse.

¡Cómo! exclamó la joven al ver a Leoville. ¿Estaba usted ahí? No lo sabía yo. E hizo ademán de retirarse acto seguido. ¡No se vaya usted! dijo Amaury con viveza. Déjeme siquiera que la felicite; esta noche está usted encantadora. ¡Chist! repuso Antonia en voz muy baja. No diga usted esas cosas.

La fisonomía es encantadora. ¿De qué modelo te has servido? De ninguno: está hecho de imaginación.... ¡Ah! Pues no es esa tu costumbre....

Todos comprendieron que se dirigía al padre Narciso, y esto aumentó la inquietud. El clérigo se puso colorado y murmuró: Gracias, gracias. Todos tenemos obligación... Usted va más allá de la obligación, padre... Muchas veces lo que usted hace es pura devoción replicó la hija de Osuna con encantadora sencillez. ¡Arrea! volvió a exclamar Consejero, con la vista fija en las cartas.

No le ha faltado más que el matrimonio para hacer de ella una mujer encantadora, puesto que a priori, toda mujer debe ser encantadora... Sin embargo, señor cura repliqué sin recoger la alusión a contenida en las últimas palabras, esa mujer ha podido atravesar pruebas que hayan transformado su carácter... No creo que tales causas puedan producir ese efecto.

Es uno de esos conjuntos llenos de armonía y de serenidad en los que la vista se reposa. ¿Has encontrado alguna vez alguno de esos rostros celestes en los que se lee tanta paz, tanta dicha, y cuya expresión sobrenatural fascina? Pues algo así es. Daría cualquier cosa porque la vieses. ¡Una circunstancia encantadora! mis miradas se han encontrado por casualidad con las suyas.

Este descubrimiento me colmó de la mayor alegría. Ante todo, porque veía embellecerse mi vida con un encanto, que no dejaba por eso de ser real, y luego, porque si yo amaba, era seguramente correspondida. En efecto, amaba al señor de Couprat porque me había parecido hechicero; por consiguiente, mi aspecto debió producir en su corazón el mismo sentimiento, puesto que él me hallaba encantadora.