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Ilusionarse con un caballerete porque tenga los ojos así o asado, porque tenga el bigotito de esta manera, el cuerpo derecho y el habla dengosa, es propio de hembras salvajes. Amar de ese modo no es amar, es perversión, es vicio, hija mía. El verdadero amor es el espiritual, y la única manera de amar es enamorarse de la persona por las prendas del alma.

Y como la tía Zarandaja quisiese replicar, impúsola Cervantes silencio, mandola abriese la puerta, saliose, y de allí a gran paso fuese a casa de doña Guiomar, y allegándose al postigo del jardín llamó, y abrió Florela, que harto cuidadosa por la gravedad de los sucesos que habían sobrevenido, por allí andaba esperando. De como puede enamorarse una mujer hasta el punto de morir de amor.

Una podría resignarse, es cierto, resignarse a sufrir. Pero piensa por un momento que estando casada una se enamorara de otro. ¡Qué situación horrible! Bueno, Laura le suplicaba que en último caso la acompañara yo, los vigilara yo. Fue inútil, Zoraida le repetía que nuestra familia era muy desgraciada en el amor y que ella no tenía edad para enamorarse así.

El orgullo de la madre daba brincos de cólera dentro de doña Paula. «Su hijo era lo mejor del mundo. Era pecado enamorarse de él, porque era clérigo; pero mayor pecado era engañarle, clavarle aquellas espinas en el alma.... ¡Y pensar que no había modo de vengarse!

Porque al fin, señor cura, él la ama. ¡Qué horrible frase, aplicada como la aplico en este instante! «Me habéis dicho que no era una cosa rara enamorarse dos veces en la vida, señor cura; ¿estáis bien seguro? ¿Estáis convencido de ello? Dicen que el amor atrae al amor; si conociera mi secreto ¿me querría?

Eran preferibles los hombres vulgares que había conocido en otros tiempos; y cuanto más imbéciles, mejor. No volvería a enamorarse. Y cansada, perdidas las ilusiones, volvió a lanzarse en el mundo. La molestaba aquella leyenda galante de sus tiempos de locura; la furia con que corrían hacia ella los hombres, ofreciéndola riquezas a cambio de una pasividad amorosa.

Y no creas que usaba términos literarios, ni frases de libro; todo se reducía a confesarle sencillamente lo que sentía, lo imposible que sería olvidarlo nunca, sucediera lo que sucediera; y esto lo escribía con una confianza tan pura, y con tal modo, que ningún hombre, en el caso de José Luis, hubiera podido dejar de enamorarse, aunque Laura fuese una muchacha fea en vez de ser, como es, la más linda de nosotras tres.

Al menos se requería contemplar a Elisa muy de cerca a fin de advertir sobre su rostro alguna levísima huella del tiempo que había pasado. Contábanse tales prodigios acerca del poder seductor de Elisa, que hasta los hombres más fatuos y más preciados de invulnerables temían enamorarse si llegaban a tratarla mucho.

¡Tonta! exclamó Laura, cada vez más animada y con un modo que en ella no era natural, Adriana no podría enamorarse nunca de un muchacho como José Luis, tan pura espuma como él es. Pero empezó a sospechar, , a sospechar en serio, muy en serio, que yo me estaba enamorando de Julio. ¡Y se había puesto celosa! ¡Qué alma más buena, más delicada!

Si miraba hacia la derecha, de ese lado sentíase amenazado de enamorarse... y si miraba a la izquierda, el peligro cambiaba en el acto pasando a la izquierda. La conversación comenzó fácil, animada, franca. Las dos hermanas estaban contentas. Ya habían dado un paseo a pie por el parque.