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La doctora reía, pero á continuación de mis burlas aseguraba lo mismo: «Te estás enamorando de ese hombre; ese don José te interesa. ¡Cuidado, Carmen!» Y lo raro era que no le pareciese mal mi enamoramiento, siendo enemiga de toda pasión que no sirve directamente á nuestros trabajos... Decía verdad: estaba enamorada. Lo reconocí la mañana en que tuve el deseo imperioso de ir al Acuario.

Parecía próxima á desmayarse de sorpresa, como si nunca hubiese sospechado esta pasión, extrañándose de ella con toda la ingenuidad de que es capaz el disimulo femenil. Pero hacía meses que se había dado cuenta del enamoramiento del héroe, riendo á solas de sus tímidas insinuaciones. En vano Martínez habló de su amor. La maestrita movía la cabeza negativamente.

De este celeste Amor imagino y pretendo yo estar herido. ¿En qué contraría, en qué desluce o esteriliza semejante enamoramiento el propósito que pudo tener el Padre Ambrosio al remozarme?

Y vagando por la frondosidad umbría de aquellos valles, apareció también a Miguel de Zuheros la virginal figura de doña Sol de Quiñones, que no le censuraba, sino que le compadecía de que volviese a verla, olvidado de su poético enamoramiento y acompañado y consolado por donna Olimpia. La Ínsula Firme se había sumergido también en el Atlántico como otras mil fábulas venerandas.

Quiso el mercader seguirla para averiguar dónde moraba y quién era; pero la dama había desaparecido en el laberinto de las estrechas calles. Pintaría luego la novela el furioso enamoramiento de Abu Hafáz y su desesperación durante cinco o seis días, a pesar de mil cuidados y misteriosos asuntos que le preocupaban y ocupaban.

Doña Manolita, durante estas frases que entre su amiga y ella se cruzaban, miró de soslayo al Padre y creyó ver que se había puesto más pálido que de costumbre. Por lo demás el Padre permaneció silencioso, y no dio su parecer ni sobre el enamoramiento posible de D. Jaime, ni sobre el constante propósito de doña Luz de permanecer soltera.

De voluntad fácil para el enamoramiento, Torrebianca andaba siempre en relaciones con una liejesa, y Robledo, por acompañarle, se prestaba á fingirse enamorado de alguna amiga de la muchacha.

Atraía su historia al abogado con el interés palpitante de una novela de aventuras. La conmiseración iba tomando en él una vehemencia de enamoramiento. Además, la idea de que eran los explotadores de esta mujer los que la habían denunciado le infundía un entusiasmo caballeresco para la defensa de su causa insostenible. La comparecencia ante el Consejo de guerra había resultado penosa y dramática.

Conocía Cervantes que a poco que él hiciese, doña Guiomar no llamaría a su doncella; antes bien dejaría con mucha voluntad venir el día, entretenida con él en blanda y amorosa plática; no lo hizo, empero, porque para primera vista ya había alcanzado más favores que los que él se había atrevido a desear; que tal era la grandeza del enamoramiento en que por aquella hermosísima señora suya se encontraba, que a sueño y fingimiento de su deseo tenía el encontrarse a solas con ella y a sus pies, y asiéndola las manos, y gozando de la luz de sus ojos, que no encubrían el contento del alma, y encantado con la dulzura de su voz, que de ángel, más que de mujer le parecía.

Barajaba, con loca precipitación, el viaje sorprendente del marino con el enamoramiento de Carmen, y en su espíritu se hacía una noche tan cerrada como aquella que envolvía a los dos mozos sobre la cubierta oscilante del San Germán.