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Fausto, con sus guerreros, destroza el ejército de Menelao, y con sus modales refinados enamora a Elena en seguida, que, por otra parte, como es sabido, no era una roca de firme ni un mármol de fría. Después de este doble triunfo, Fausto y Elena se retiran a Arcadia, donde hacen vida bucólica. Allí tienen un hijo: Euforion.

El Arcediano querría confesar a la de Quintanar, es natural, él es muy amigo de darse tono, y de que digan.... ¡Dios me perdone! pero creo que le gusta que murmuren de él, y que digan si enamora a las beatas o no las enamora.... ¡Es un farolón... y un malvado! Madre, usted exagera; ¿cómo un sacerdote?...

Mas como siempre yerra Quien de su justa obligación se olvida, Al señor desta tierra, Que don Tello de Neira se apellida, Con más llaneza que arte, Pidiendole licencia, le di parte. Liberal la concede, Y en las bodas me sirve de padrino; Mas el amor, que puede Obligar al más cuerdo a un desatino, Le ciega y enamora, Señor, de mi querida labradora.

El padre hace criar á Julia, la hija, en su casa; pero el hijo crece y se educa en el extranjero, desconocido de su padre, y después se enamora de Julia, ignorando que sea su hermana. Otro hermano de Julia provoca al seductor, y muere en la pelea. Julia es encerrada en un convento por su padre, y el hijo de éste entra en una banda de ladrones, y comete crímenes sobre crímenes.

Deja trabajar a Remedios; si te portas tan mal no te permitiré entrar en la sala. Y por la noche, a solas en el comedor con don Andrés, cuando llegaba la hora de las confidencias, doña Bernarda olvidaba los asuntos de la casa y del partido para decir con satisfacción: Eso marcha. ¿Se enamora Rafaelito?... Cada día más. La cosa va a todo vapor. Ese chico es en esto el vivo retrato de su padre.

Crishna es el más glorioso de ellos y al que más devotamente adoramos. Libertador y redentor de las almas, las atrae, las enamora y con su hermosura las cautiva.

Le enamora el eterno desenvolvimiento de la idea, y su conciencia rechaza el cambio perpetuo, y el pensamiento de que provenga ya nazca lo más de lo menos, lo consciente de lo inconsciente, el ser del no ser. Para afirmar en su mente la existencia de un Dios personal y de la inmortalidad del alma, vuelve con amor a las monadas de Leibnitz. Dios le parece la monada eterna e infinita.

Don Juan vive exclusivamente para ellas, o, hablando con mayor propiedad, para ella, pues cifra su culto a la especie en la adoración a la individua, en singular, porque jamás persigue, enamora ni disfruta dos mujeres a la vez, ni simultanea dos aventuras; diciendo que el amor es compuesto de estrategia y filosofía, y que jamás ningún gran capitán entró en campaña con dos planes, ni hubo verdadero filósofo que fundase sistema en dos ideas.

Dormíamos bajo la misma lona, al pie del palo mayor; nos ayudábamos al lavar lo que teníamos puesto; éramos como hermanos... Y un día, él se enamora de mi pantalón. «Que te lo compro... Que te doy tres pesetas por él...» Y vinimos regateando desde Cabo Verde al río de la Plata. El millonario sonreía al recordar su testarudez.

No podía verla sin lanzar un chorro de alabanzas a su hermosura y gallardía. Pero esto no alarmaba a la moza, acostumbrada al estallido ruidoso de la galantería de la tierra. Gracias, Luis decía riendo. ¡Y qué requetegrasioso está el señorito!... Si sigues así me voy a enamorá y acabaremos por escaparnos juntos.