United States or Egypt ? Vote for the TOP Country of the Week !


Caían algunos maravedís en nuestras heladas manos, y para el pan sacamos la primera noche; pero la segunda, los mendigos de oficio que allí acudan, y que la noche anterior de nosotras se habían apercibido, nos echaron, llenándonos de improperios, diciéndonos que les hacíamos perjuicio, y que como éramos pobres nuevos, si habíamos de seguir pidiendo, habíamos de ganarlo, y no había de ser esto menos que repelándonos contra toda aquella falanje de ciegos, cojos, mancos, tullidos y muchachuelas de mal vivir; y no nos lo decían esto de buena manera, sino rodeándonos y empujándonos, y poniéndonos los puños a dos dedos de la cara, y amenazándonos con garrotes y vihuelas, y gritando y chillando y aullando todos y todas a una, ni más ni menos que si hubiesen sido una legión de demonios voraces, contra nosotras conjurados.

Cuando llegó el momento de irnos a cenar, preguntó don Pedro Nolasco muy sorprendido: ¿Pero, cómo?... ¿No cenamos aquí? ¡No señor! respondió mi tío empujándonos hacia la puerta. Pero ¿por qué? insistió aquél erguido sobre el fogón.

Algunos roncaban tirados en las banquetas; otros se alejaban titubeando, para volver poco después pálidos, con la pechera de la camisa manchada. De pronto se apagaron las luces y salimos empujándonos, entre un griterío de protesta. Se habló un poco de matar al mayordomo, pero había desaparecido. ¿Y se fueron ustedes a dormir? preguntó Ojeda.