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Como el plan de defensa insinuado puede verificarse por solo los blandengues, con mas comodidad y menos riesgo que el que hacen hoy, tengo por escusado que se empleen en la frontera los 20 milicianos que hay en cada fortin. Estos pobres abandonan sus casas, familias, cultivos y cosechas, y no reciben otro estipendio que 20 reales al mes cada uno, á título de racion. Todo eso sobre injusto es gravoso al ramo de guerra, que puede ahorrar dicha racion, que asciende á tres mil pesos al año. Las milicias no deben tomar armas sino para ocupar los fuertes cuando salgan los blandengues, y en algun otro caso extraordinario. Del mismo modo, debiéndose reputar á los blandengues no solo como soldados sino tambien como á pobladores natos de la campaña, no es regular que las justicias de los partidos se sirvan de ellos para todo, como lo hacen hoy, teniendo mas

Art. 6.° Prevengo á los padres que no consientan que sus hijas traten por largo tiempo con mancebos, ni reciban dádivas y servicios gratuitos de los amorosos pretendientes. Art. 7.° Que no dejen de labrar tierras, alzar casas, sembrar palay y árboles provechosos, y que los que tengan no empleen la usura, acordándose de Dios y de que pueden dejar de tener.

El mayordomo aplazó para más adelante este arreglo. Señoras, al fin traigo esa chica dijo Coletilla, presentándose á las de Porreño. Bien, amigo exclamó Salomé; tráigala usted en seguida, esta misma tarde. Pero, señoras continuó, esa muchacha tiene muy mala cabeza. Es preciso que ustedes empleen en ella una severidad muy grande. De otro modo es imposible sacar partido.

Las doncellas de nuestra familia es fama que en tal día y en igual hora pueden sacar ciertas maravillas del mundo invisible, o curar alguna dolencia rebelde según quieran y según las fórmulas sabias y poderosas que empleen.

Y así aconseja que se armonicen, usando las morenas castañuelas blancas, y las rubias que empleen las de palosanto, ébano y otras maderas oscuras. Por último habla de la correspondencia que debe existir entre las cintas de las castañuelas y las de los zapatos, cofias y redecillas. Al señor licenciado no se le olvida nada que signifique armonía y gracia plástica.

Infiero yo de aquí que no reflexionan derechamente los que, llenos de terror de que haya tanto letrado en España, dicen que deben dificultarse las carreras a fin de que muchos tomen oficio o se empleen en más humildes menesteres; porque nuestras aficiones hidalgas o señoriles no lo consentirán nunca; y, si el que estudia algo, aunque sea poco, se convierte hoy en autor, cuando no estudie nada, y no espere regalo y favor de las musas, como ya hacen muchos que no han cursado en las Universidades, se convertirá en hacendista, y las cosas empeorarán.

La habitación de mi primo Procopio tiene una estera nueva, una cama de hierro filosófica y virginal, vistosos visillos en las ventanas, flores y pájaros por las paredes, y allí se mantiene un riguroso aseo por una de esas criadas como sólo las produce Portugal, guapa moza de Traz-os-Montes, que arrastrando sus chanclas con la indolencia grave de una ninfa latina, barre, friega y arregla toda la casa; sirve nueve almuerzos, nueve comidas y nueve cenas; pega los botones a los pantalones y a los calzoncillos, que los portugueses están continuamente perdiendo, almidona las enaguas de la señora, reza el rosario de su aldea, y aún le queda tiempo para amar desesperadamente a un barbero vecino, que está resuelto a casarse con ella en cuanto le empleen en la Aduana.

Para evitar ésto, necesítase que no sean sólo los temperamentos de fuerza los que se empleen en la conquista de Lanao; es necesario también que se fije la atención en el problema político que envuelve la sumisión de aquellas gentes, y que, por algún tiempo, debe evitarse en absoluto la intrusión de las órdenes religiosas en los territorios recien conquistados.

Ensalcen á aquellos que por acrecentar sus señoríos arruinan el comercio i la cultura de los campos, empobreciendo con tributos á los mercaderes i labradores, i robando á la tierra los brazos que habian de fertilizarla, para que estos en vez del arado i la azada empuñen la lanza i se empleen en la destruccion de sus hermanos.

Como se ha agitado en las cámaras francesas la idea de imponer el servicio militar obligatorio a las colonias, pues estaban exentas hasta ahora, los blancos de la Martinica temen que los contingentes que allí se levanten, se empleen en la guarnición de la isla, en cuyo caso perderán la última garantía que les quedaba en los soldados europeos.