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Los empleados apagaban las luces y retiraban los carteles. La vieja vió luego cómo cerraban las puertas. Se mantuvo inmóvil, con un codo apoyado en la pared y la frente en una mano. Lloraba con una angustia infantil. ¡Esperar hasta mañana! murmuró . ¡No ver á mi pequeño en tantas horas!... A la noche siguiente la vieja se presentó en el cinema con un aire de humildad.

En las grandes fiestas marchaba al frente del cabildo Con capa pluvial y un bastón de plata tan alto como él, que hacía retemblar las losas con sus golpes, y durante la misa mayor y el coro de la tarde rondaba por las naves para evitar las irreverencias de los devotos y las distracciones de los empleados.

En las casas particulares preparaban alojamientos de oficiales. Los únicos que mostraban alguna inquietud eran los Museos. Un día, al entrar en la Pinacoteca, encontré desnudas las paredes, y a los empleados clavando grandes cajones llenos de cuadros preparados para salir hacia el Sur.

Parece lo más admisible que llevaron un total de 120 las tres carabelas, de ellos 90 hombres de mar. En La Santa María irían 60 en todos; 10 empleados y 50 tripulantes. Se ha escrito que llevaban víveres para un año y parece mucho.

Al fin uno de ellos, mordiéndose los labios para no soltar la carcajada, le tendió la mano con ademán desdeñoso: Adiós, Salabert; hasta la vista. Los demás hicieron lo mismo sin decir otra palabra del asunto. El duque no se desconcertó. Fué a despedirlos solícito hasta la escalera, dirigiendo todavía al pasar miradas iracundas a sus empleados que las recibieron con la misma punible indiferencia.

La música de la Academia había cesado de tocar un pasodoble en la misma puerta Llana, y se oían las voces de mando de los oficiales y el choque unísono de las culatas al quedar inmóviles las compañías de cadetes. Don Antolín, con su gran vara de plata y una capa pluvial de brocado blanco, iba de un lado a otro, reuniendo a los empleados del templo.

Después de una larga travesía sobre el muelle, que se hace á pié ó en coche, el viajero penetra á los estrechos salones de la Aduana, pasando sucesivamente, de antesala en antesala, bajo la inspección minuciosa de los guardas, empleados de aduana y agentes de policía.

Todavía no es posible la suposición de que sean tan necios los mercaderes y contrabandistas cubanos que hayan tenido el capricho irracional de dar á los empleados los doscientos millones, en vez de darlos al Tesoro.

Los empleados del vestíbulo, enterados de lo que había ocurrido en los salones, corrieron á la cancela de cristales, con la esperanza de la regia propina. «¡Un carruaje para la señora duquesaPero ella deseó marchar á través del silencio de la noche.

D. Manuel Alberti, D. Domingo Mateu y D. Juan de Larrea; y para Secretarios, á los Doctores D. Juan José de Passo y D. Mariano Moreno: con la precisa indispensable cualidad de que, establecida la Junta, debería publicarse en el término de 15 dias una expedicion de 500 hombres para las provincias interiores, costeada con la renta del Señor Virey, Señores Oidores, Contadores Mayores, empleados de tabacos y otros que tuviese á bien cercenar la Junta, dejándoles congrua suficiente para su subsistencia.