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Pero al fin, señorito, ¡aquí le manda Primitivo! Bah.... A Primitivo le puedo yo dar tres docenas de puntapiés, si se me hinchan las narices, sin que el juez me venga a empapelar.... No lo hago; pero duermo tranquilo con la seguridad de que lo haría si quisiese. ¿Cree usted que Sabel irá a quejarse a la justicia de los culatazos de hoy? Esta lógica de la barbarie confundía a Julián.
En los caminos chirriaban los ejes de los carros balanceando sobre los baches sus montones de dorados frutos; sonaban en los grandes almacenes los cánticos de las muchachas encargadas de escoger y empapelar las naranjas; retumbaban los martillos sobre los cajones de madera, y en oleadas de tráfico salían hacia Francia e Inglaterra las hijas del Mediodía, aquellas cápsulas de piel de oro, repletas de dulce jugo que parecía miel del sol.
Era menester blanquear la cocina, tapar con yeso algunos agujeros y enormes grietas que por todas partes había, empapelar el gabinete, que iba a ser su alcoba, y pintar las puertas. Claro, me tiene tirria; ¿pues qué es él más que un servilón de los de Santa Cruz? Con todo, pienso decirle algo, porque en último caso, con dejarle el cuarto hemos concluido.
Y la pobre continuó Berta sigue adorando al hombre que la ha hecho rica, y cuando intenta realizar su resma de títulos, se entera de que únicamente pueden servirle para empapelar su dormitorio.
Poco a poco, comprando un mes un mueble y otro mes otro, amuebló toda la casa. La hizo pintar, empapelar, decorar.
Los trenes andarán. Un kilo de pan llegará a pesar lo menos tres cuartos de kilo. Hasta es posible que haya casas para las familias que deseen alquilarlas... Tengamos fe en los hombres que han deshecho la valla de la calle de Cedaceros. Cada tres o cuatro siglos vienen unos hombres; se ponen a barrer, a fregar, a empapelar y a repintar el mundo. ¿Lo dejan mejor?
Kempis ni qué ocho cuartos!... Voy a hacer obras en el caserón. Voy a blanquear el patio y los pasillos, a empapelar el comedor y picar la piedra de la fachada. Verán ustedes qué hermosa queda la piedra amarillenta después que la piquemos. No quiero obscuridad, no quiero negruras, no quiero tristezas.
Palabra del Dia
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