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Todo lo que pido es que me hable usted francamente para saber si debo esperar ó resignarme. Diga Usted , y vamos juntos á ver á mi padre y á que yo abrace á su madre de usted con todo mi corazón. Diga usted no, y mañana parto, para que no me vea usted llorar. Maud ofreció su mano y Jacobo la vió pálida, en la clara noche, y con los ojos brillantes de emoción.

Yo la he combatido en uno de mis libros, porque la considero insuficiente para explicar la evolución argentina, sobre todo si, como lo hacen algunos «sociólogos» de marbete europeo, creen que «barbarie» quiere decir «provincia», «federalismo», «tradición», «emoción agreste o americana», y que «civilización» quiere decir «cosmópolis», centralismo, riqueza, pedantería libresca o intelectual.

Una o dos veces me encontré sola con él, y entonces todo su valor y su resolución le faltaban; su emoción era tan grande, que apenas podía hablar; y yo, más conmovida que él, procuraba llevar la conversación a la época de nuestra niñez, a los tiempos de nuestra juventud; pero, a pesar mío, e impulsada por una secreta curiosidad, concluía siempre por llegar al día de nuestra separación.

En algunas páginas que producen una emoción profunda, el doctor Vargas, que hoy ha dedicado su vida al alivio de esa desventura, ha contado cómo fue atacado por el mal en plena juventud, al terminar sus estudios de medicina.

Rojos de emoción, con lágrimas en los ojos se abrazaron estrechamente y se besaron en medio de la soledad de aquellas montañas que una vez al menos se mostraron piadosas. Clara era dichosa. Sin embargo, el recuerdo fatal de su primera noche de novia le asaltaba alguna vez estremeciéndola; fue una visión siniestra que la persiguió toda la vida.

Experimentaba una dulce emoción. ¿Esta sensación era causada por el que caminaba allá, o por el encanto sugestivo del crepúsculo? Una gran calma reinaba a su alrededor; en el horizonte el mar parecía adormecerse.

El, que advirtió su emoción, se apresuró a ofrecerle todos los datos necesarios para confirmar la sospecha. Le expuso en un cuadro completo la situación económica de Osorio, insistiendo en lo raro de que sus acreedores aguardaran si no contasen con alguna esperanza positiva, que no podía ser más que la muerte de ella. Entonces aquella infeliz mujer tuvo una frase sublime.

Harta paciencia tuvo para no intentar nada hasta aquel momento. Cuando Leocadia le dijo que Pepe, a juzgar por la ropa que se puso, debió ir a despedirse de su novia, Tirso, resuelto a llevar las cosas de prisa, determinó ver dentro del mismo día a la muchacha, fiando, mucho más que en su propio ingenio, en la emoción que había de causarla la sorpresa.

Ahora mismo lo verá usted dijo la mamá abriendo, no sin emoción, una cajita que había sido de dulces, y era ya depósito azul y rosa de fúnebres memorias . Vea usted qué trenza... es de un castaño hermosísimo. ¡Oh!, , ¡soberbio! profirió Bringas temblando de gozo . Pero nos hacía falta un poco de rubio. ¿Rubio?... Yo tengo de todos colores.

Asustada del impulso irresistible que sentía crecer en ella, y queriendo substraerse a la tentación de mostrar a Juan la emoción que la embargaba, se levantó y salió del cuarto sin pronunciar una palabra. Juan la vio alejarse y creyó haber perdido para siempre todo lo que le quedaba de ella: su confianza y su amistad.