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Como anuncio de los rosarios de madrugada era la salida de los hermanos campanilleros, que recorrían en las primeras horas de la noche las calles embozados en capas, deteniéndose en determinado punto, y entonando coplas de carácter religioso, á las cuales acompañaban con el repiqueteo de unas campanillas de mano que llevaban al efecto.

Para un inteligente de los que se sientan embozados en la escalerilla del paraíso del Teatro Real, es posible que no fuese la cantante un prodigio de maestría en el atacar, filar y trinar las notas; mas para los que no se ven atormentados por escrúpulos filarmónicos, puede afirmarse que cantaba muy bien y que poseía especialmente una voz hechicera, de timbre apasionado que llegaba hasta lo profundo del alma.

Aunque fuese mala, no tenéis derecho para afrentarme ni para acusarme, siquiera sea en términos embozados y ambiguos. Respetad a una mujer como a vuestra hidalguía conviene. Y ya que juzgáis que yo me he conducido mal en lo que importa al servicio de vuestra casa y familia, yo me extraño desde este instante de dicho servicio. Por lo pronto, os ruego, dije mal, os exijo que salgáis de mi presencia.

Así es que, profundamente preocupado, se dirigió por un instinto á una salida, y por efecto de su preocupación, ni vió dos hombres embozados, que estaban parados en la puerta de las Meninas, ni oyó este breve diálogo, que pronunciaron al pasar el joven junto á ellos: ¿Ha salido? . ¿Cuándo? Hace algunos minutos. ¿En litera? En litera.

Recuerdo que en la madrugada de un día de otoño frío y lluvioso, salí de mi pueblo para Madrid. Despedime de mi madre, y turbado y conmovido como nunca lo había estado, bajé a escape la escalera en compañía de mi padre. Ambos marchábamos embozados hasta las cejas, no si por miedo al frío o por no vernos las caras.

Así las cosas subió al trono el rey Felipe IV y aunque ya se sabe que este monarca fué muy dado á aventuras y que su reinado es el de las comedias de tapadas y embozados, tantas fueron las quejas que recibió y tantas las representaciones que los cabildos de algunas ciudades le hicieron, que el 12 de Abril de 1639 dió una pragmática con toda la fuerza de ley votada en Cortes, la cual era de no poco rigor y llevaba el propósito de conseguir de una vez por medio del temor á las penas, la completa desaparición de prenda tan cara para el sexo bello como lo era el manto.

De noche se llenaban las calles de la ciudad de jóvenes embozados en sus capas, que salían en busca de aventuras amorosas, daban serenatas á sus amadas ó departían con ellas en las rejas de las ventanas, abandonándose á tiernos coloquios.

Los dos héroes, animados por el espíritu de la guerra, caminaron con decisión por la calle del Pozo, el clérigo delante, el noble detrás, ambos embozados hasta los ojos y apretando bajo el brazo el instrumento de muerte que cada cual llevaba. Entraron en la calle de las Hogueras, pasaron por bajo los muros de la Fortaleza y salieron a la vía que ciñe la antigua muralla de la población.

Puntualmente baja a la reja todas las noches a hablar con el enamorado, a lo que se llama pelar la pava. En cada calle de cualquier lugar de Andalucía se ven, de diez a una de la noche, sendos embozados, como cosidos a casi todas las rejas. Tal vez suspira él y exclama: ¡Qué mala es usted! Y ella responde: ¡Pues no, que usted!... Y exhala otro suspiro. Así se pasan horas y horas.

No pasaron diez minutos, cuando Lázaro vió aparecer, viniendo del portillo de San Bernardino, á otros tres personajes, igualmente embozados; observó que se detenían para ver si les miraban, y por último, después de tocar, entraron en la casa. "Ya van ocho", dijo para , y esperó á ver si venía otra remesa. Poco después uno solo, que desembocó por la calle de Osuna y marchando muy á prisa.