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La amistad de mi buena madrina, los cuidados atentos y verdaderamente maternales de la nodriza, a la que yo creo con títulos aún más sagrados a mi reconocimiento, y sobre todo el afecto de mi padre, lo embellecían todo. Unicamente, cuando volvía del campo le sentía aún algunas veces bañarme con sus lágrimas, pero yo no me inquietaba, pensando que lloraba de alegría.

El ridículo protestantismo, que blasona de liberal, y protector de las obras de la inteligencia, cuya omnímoda supremacia proclama, se ha ensañado estúpidamente con todas las imágenes de santos tallados en piedra, que embellecian y decoraban todo el exterior de la catedral, dejando únicamente intacta una alegoría escrita en piedra, que corona la puerta principal de la iglesia, y sobre la cual se ven algunos papas que se han condenado por sus crímenes: aquí el protestantismo, que en nombre de la libertad, mutila con la picota de la burla y la ignorancia, la riqueza arquitectural con que la estatuaria gótica bordaba las fachadas de los templos.

Bandas de gitanos, titiriteros, músicos y cómicos recorrían el país, y eran generalmente bien recibidos por el placer que proporcionaban. Cantares y danzas embellecían las reuniones, y hasta los humildes menestrales, después de concluir sus faenas cuotidianas, dedicaban algunas horas al recreo.

Entonces supieras Que era muy triste mi vida, Antes de ver á tu madre Que la convirtió en delicias; Entonces fué que la llama Brotó de tibias cenizas, Entonces fué que mi pecho De nuevo se abrió á la dicha, Y desde entonces serenos Se deslizaron mis dias, Entre esperanzas risueñas Que el futuro embellecian, Y gratas conversaciones Llenas de amor y alegría Que terminaban diciendo: «¡Ah, no tener una hija

Las dos pesetas que ganaba Feli en el emballenado trabajando todo el día y gran parte de la noche, y los escasos reales que podía juntar a la semana llenando cuartillas a diez céntimos con destino a la revista social, no bastaban para las atenciones de su subsistencia. El orden y el método en la nutrición, que embellecían los primeros tiempos de su vida común, habían desaparecido con la miseria.

Sus ojos azules, húmedos y sumisos, su color animado, su pelo castaño que se rizaba en conchas paralelas y caía en dos trenzas hasta más abajo del talle, embellecían mucho a la muchacha y disimulaban sus defectos, lo pomuloso de su cara, lo tozudo y bajo de su frente, lo sensual de su respingada y abierta nariz.

Podían servir para completar y dar pátina á un título nobiliario. ¡Pero Alemania!... ¡Las comodidades de su patria!... Quería que el cuñado admirase á su vez cómo vivía él y las nobles amistades que embellecían su opulencia. Y tanto insistió en sus cartas, que los Desnoyers hicieron el viaje. Este cambio de ambiente podía modificar á Julio.

Y sintiendo uno de aquellos arranques de inspiración que la embellecían y sublimaban, le dijo esto, ya en pie para marcharse: «Porque ha de saber usted que Dios me ha hecho tutora de este hijo... , buena moza, no se espante ni me ponga esos ojazos. Su madre es usted, pero yo tengo sobre él una parte de autoridad. Dios me la ha dado.

A más de su madre y su mujer, habíase echado sobre una nueva familia, su hermana, el hablador de su cuñado, que no trabajaba, como si su parentesco con un hombre célebre le diese derecho a la vagancia, y toda la tropa de sobrinillos, que crecían, siendo cada vez más costosos. ¡Y tendría que llamar a un orden de estrechez y parsimonia a toda aquella gente, acostumbrada a vivir a su costa con un descuido alegre y manirroto!... ¡Y todos, hasta el pobre Garabato, tendrían que irse al cortijo, tostándose al sol y embruteciéndose como paletos! ¡Y la pobre mamita ya no podría alegrar sus últimos días con santas generosidades, repartiendo dinero entre las mujeres pobres del barrio y encogiéndose como niña vergonzosa cuando el hijo fingíase colérico al ver que nada le quedaba de los cien duros entregados dos semanas antes!... ¡Y Carmen, que era económica, se apresuraría a limitar los gastos, sacrificándose la primera, privando su existencia de muchas frivolidades que la embellecían!...

No; en los tuyos no será porque no me quieres como yo te quiero.... Ya lo verás. Ya lo veremos. El amor y la dicha de ser amada embellecían a la joven. Nunca más hermosa. Su pálido rostro tomó suaves tintas de rosa; sus labios, antes descoloridos, se encendieron, y sus negros y brillantes ojos fulguraban, húmedos y alegres. Ella, siempre tan modesta y enemiga de galas, se tornó presumidilla.