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Cuando estaba en su presencia, le era imposible resistirse al poder de seducción que parecía emanar de su persona. Ella le trataba con la confianza del parentesco, como si fuese un hermano de su marido. Quería ser su iniciadora y maestra en la vida de París, dándole consejos para que no abusasen de su credulidad de recién llegado.

Vivía así en contacto con la llama que me abrasaba, al abrigo de las sensaciones más abrasadoras, envuelto, por decir así, en un ropaje de inocencia y de lealtad que la hacía invulnerable a los ardores que de partían como a las sospechas que de la sociedad podían emanar.

La blancura amarillenta de los muros sólo era visible, como las líneas de un enrejado, entre las filas de lienzos, muchos de ellos sin marco. Eran centenares de cuadros, todos malos e interesantes a la vez; pinturas encargadas para perpetuar las glorias de la familia, hechas por antiguos artistas italianos y españoles de paso en Mallorca. Un encanto tradicional parecía emanar de estos lienzos.

Ciertas cocotas entusiastas, a las que conoció en un viaje a las plazas del Sur de Francia, le habían dado el secreto de mezclas y combinaciones de extraños perfumes; pero ¡aquella esencia de la carta, que era la misma de la persona que la había escrito! ¡aquel olor misterioso, fino e indefinible, que no podía imitarse, que parecía emanar del aristocrático cuerpo, y que él llamaba «olor de señora»!...

Todos los síntomas morales parecen emanar de la profundidad de los órganos y de las vísceras que padecen; influyen pues sobre las facultades afectivas y sobre los instintos, pero no sobre la inteligencia y la voluntad; el cerebro, en efecto, no está nunca afectado idiopáticamente, sino de un modo secundario; el delirio de arsénico es siempre pasivo y debido al mal estado de los sólidos y líquidos.

Mis miradas se fijaron tenazmente en la antigua letra de color escarlata, y no querían apartarse de ella. Había con seguridad algún sentido oculto en aquella letra, que merecía la pena de investigarse, y que, por decirlo así, parecía emanar del símbolo místico, revelándose sutilmente á mis sentimientos pero rehuyendo el análisis de la inteligencia.