United States or Argentina ? Vote for the TOP Country of the Week !


Sólo había bailado dos o tres veces con otras tantas damas a las que sin pecar de grosero no habría podido dejar de invitar al baile; pero en cuanto estaba libre volvía en seguida al lado de Magdalena, que estrechándole la mano con cariño le manifestaba así su gratitud mientras su muda mirada le decía elocuentemente cuán dichosa se juzgaba.

Describía el Padre elocuentemente las magnificencias de la Ciudad Eterna: sus palacios, sus templos y sus majestuosas ruinas.

Silencio dijo la abuela; esperemos a estar en casa para hablar libremente... Al llegar, me eché en los brazos de la abuela, y sólo mis lágrimas le dijeron elocuentemente mi agradecimiento. ¡Querida abuela! suspiré, cubriéndola de besos. ¿Estás contenta, hija mía? me preguntó con voz conmovida, devolviéndome con usura mis caricias. Abuela, abuela... ¿Habías adivinado?... Qué ángel guardián...

En efecto, todos aquí, por su actitud y su lenguaje me predican elocuentemente el desprecio de las riquezas; desde luego, la señora Aubry, que se puede comparar á esos glotones sin vergüenza cuya irritante gula os quita el apetito, y que os hacen repugnantes los manjares que alaban; este anciano que se extingue sobre sus millones tan tristemente como Job sobre el estiércol; esa mujer excelente, pero novelesca y estragada, que sueña en medio de su importuna prosperidad con el fruto prohibido de la miseria, y en fin, la orgullosa Margarita, que lleva como una corona de espinas la diadema de belleza y de opulencia con que el Cielo ha oprimido su frente.

Lucía había dejado de ser niña; los objetos exteriores le hablaban ya elocuentemente, y comenzaba a escucharlos; el parque la sumía en vaga contemplación.

Habla, hijo mío, habla elocuentemente y sin cansancio, y el mundo será tuyo. Adán lloraba silenciosamente, agradeciendo las bondades del Señor. Sus cuatro hijos acababan de recibir la dominación de la tierra entera. Sin embargo, su esposa se mostraba inquieta.

En el ofertorio se levantaron todos los hermanos, trayendo cada uno su ofrenda á la Reina de los Angeles; unos callados, otros recitando versos, otros cantando, y hubo un joven, que obtuvo los mayores aplausos, el cual, representando el personaje de un mudo y accionando y gesticulando para que la Virgen concediera á todo el pueblo salud y abundancia de pan, de vino y ganados, lo expresó con sus movimientos tan viva y elocuentemente, que con mayor claridad y distinción no hubiese dado á entender con palabras sus pensamientos. ¿Qué no hubiese hecho, si desde su niñez lo enseñaran maestros idóneos?

Al visitarle Julio, lo presentaba con orgullo á sus amigos, faltando poco para que le llamase «querido maestro». El tango acaparaba todas las conversaciones. Hasta en la Academia se habían ocupado de él, para demostrar elocuentemente que la juventud de la antigua Atenas se divertía con algo semejante... Y Lacour había soñado toda su vida con una república ateniense para su país.

Gustábale oír desarrollar sus sistemas a los materialistas y librepensadores, y su silencio burlón hablaba elocuentemente, mientras observaba a su interlocutor juntando las cejas de tal modo que le ocultaban los ojos casi por completo. Y luego con la mayor tranquilidad, les replicaba: ¡Caramba! señor, ¿sabéis que os admiro? Habéis llegado casi a la perfecta humildad del Evangelio.

La noble moderación, con que Cervantes se expresó al censurar en Lope lo que á su juicio era censurable, y que testifica elocuentemente en pro de sus hidalgos sentimientos, descuella tanto más cuando se compara con las acerbas críticas, hechas por otros escritores, del poeta de moda.