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Sobre las puntas de las caperuzas movíanse con la brisa los pendoncillos de la cofradía, rectángulos de terciopelo negro con franjas de oro y bordado en ellos el anagrama romano S. P. Q. R., para recordar la intervención del Procurador de Judea en la muerte del Justo.

A tal potencia media de caza añadid unos dientes admirables, acerados, á veces en forma de sierra, multiplicados en algunos de ellos en varias hileras, al extremo de solar la boca, el paladar y la garganta, y hasta la lengua está armada con ellos. Esos dientes, delicados y frágiles, tienen otros detrás dispuestos á reemplazarlos si llegan á romperse.

Buen consuelo, ser perros ocho horas en vez de nueve. Aumento de jornal. Y en seguida suben ellos la ropa, el pan, la casa... si pudieran... ¡hasta el aire tasaban! Entonces se oyó una voz que no había sonado aún: una voz que delataba un cuerpo chico y una voluntad monstruo. Aquí no hemos venido a discutir sino a vengarnos. ¿Tenéis coraje? ¿ o no?

El catedrático era un dominico joven, que había desempeñado con mucho rigor y excelente nombre algunas cátedras en el Colegio de S. Juan de Letran. Tenía fama de ser tan gran dialéctico como profundo filósofo y era uno de los de más porvenir en su partido. Los viejos le consideraban, y le envidiaban los jóvenes, porque entre ellos tambien existen partidos.

Además, se han prometido una discreción absoluta; y están tanto más dispuestos a cumplir su promesa cuanto que temen tocar el asunto: ni siquiera se atreverían a hablar de eso entre ellos abiertamente.

Su palabra era siempre fácil y pintoresca, ejercitándose con predilección en convencer a sus amigos cuando trataba de arrancar de ellos algún dinero para los pobres o para el culto de las iglesias. La rara volubilidad con que pasaba repentinamente de lo grave y patético a lo jocoso, y mezclaba en una súplica ardiente la sal de un dicho oportuno, la hacía irresistible.

Acudió a Miranda y Perico demandando ayuda, y ambos se encogieron de hombros, declarándose de todo punto inexpertos y poco a propósito para asuntos tales. Justamente el día en que se le puso en la cabeza hablarles del asunto, tenían ellos concertada una cena con Zulma y compañeras no mártires en el más calentito y retirado gabinete de Brébant. ¡Brava sazón de pensar en semejantes cosas!

En el portal no se cabía, y todos los chicos del barrio se habían dado cita allí, cual si creyeran que sin ellos no podía tener lucimiento alguno la ceremonia.

En una isla pequeña despoblada Saltando, un fuerte hace de repente: La gente Lusitana congregada Le envía á ofrecer alegremente, Que de ellos ha de ser muy regalada, Que lleve donde estan toda su gente. No quiere sus regalos, les responde, Y la plata tierra bien la esconde.

Algo más lejos oyeron pisadas de caballos, y se detuvieron. Venían hacia ellos. Apartáronse un poco del camino y se escondieron entre los arbustos de las márgenes del río. No tardó en aparecer una recua de mulos: el arriero montado sobre uno de ellos. Es el tío Pedro, el mantequero dijo Rosa al oído de Andrés. ¡Fortuna que no nos haya visto!