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Las plantas medicinales son multiplicadas; colocarémos en el primer rango la cascarilla , que abunda sobre todas las montañas vecinas á los pueblos de Pata, Moxos, Santa-Cruz de Valle-Ameno, Apolo y Aten, en donde se acopia solamente la que se cria en los alrededores, mientras que superficíes inconmensurables, tanto al norte como al sud, están vírgenes todavía, sin que jamas se haya efectuado en ellas el corte.

Juan Rosenblüt , autor de un poema titulado El poeta licencioso, de varias farsas burlescas, de cuentos y otras composiciones ligeras. En ellas, como en las obras de otros escritores contemporáneos, se observa á veces singular gracejo y picante originalidad, á vueltas de burlas groseras, vulgares y de mal gusto.

Luego, la de Delille había vuelto sola por segunda vez, para hacerle varias consultas sobre su porvenir, desprovistas todas ellas de buen sentido, y aceptar finalmente un préstamo de cinco mil francos.

19 Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. 20 No habrá más allí niño de días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años; y al que de cien años pecare, será maldito. 21 Y edificarán casas, y morarán; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas.

El caballero Newton no dice que el espacio sea el órgano de que Dios se sirve para percibir las cosas, ni que Dios tenga necesidad de ningun medio para percibirlas; por el contrario, dice que estando Dios presente en todas partes, percibe las cosas por su presencia inmediata en todo el espacio donde ellas están, sin intervencion ni auxilio de ningun órgano ni medio.

La aparición del primer número, que traía la consabida viñeta representando un adolescente peinado con la raya por el medio, y rodeado de una porción de latas de conservas a modo de libros, en actitud de leer, más bien de merendar, una de ellas, causó viva sensación en la villa. Lo merecía.

Sus ojos estaban clavados con ansiosa curiosidad en la puerta del Saladero. Me acordé entonces de las damas del imperio romano, que daban la señal de muerte a los gladiadores, e hice una porción de reflexiones histórico-filosóficas, de las cuales hago gracia a los lectores. Cuando más embebido me hallaba en ellas, escuché una voz cerca que preguntaba: Caballero, ¿sabe V. qué hora es?

Al contrario; hay que temerles, Cornelio, y haremos bien en huir. Pero ¿adónde? Nos alcanzarán, señor Van-Stael dijo el piloto . Con esas grandes velas tienen que correr más que nosotros. Nos dirigiremos a la costa. ¿A las islas del Estrecho? ¿Estás loco, viejo lobo? Los habitantes de ellas son peores que los papúes, y nos matarían en seguida. ¿Entonces a Nueva Guinea?

Había durado horas, había durado días: en su memoria obscura aparecía esta marcha casi tan larga como toda su vida anterior. Cuando brazos amigos le ayudaron a subir al lecho y a la luz de un candil fueron despojándolo de sus ropas, experimentó Febrer una sensación de bienestar y descanso. ¡No levantarse más de estas blanduras! ¡Permanecer en ellas para siempre!...

Mientras tanto hice hablar a Polidora, que muy engallada y con gesto desdeñoso, iba detrás como para separar sistemáticamente su causa de la de Elena. Era evidente que había discordia entre ellas, y como la vieja estaba deseando charlar, no esperó a que yo la preguntase. ¡Dios mío! No es que esta muchacha sea mala, ¡oh! no; pero es imprudente.