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Un coro de ranas elevábase de vez en cuando de entre los tallos verdeantes y rectos y después súbitamente se apagaba, dejando percibir en toda su intensidad el silencio de los campos. ¿Habrá llegado ya la respuesta del ministro? pensaba Delaberge. Si llega esta tarde, todo habrá concluido... y mañana marcharé. La cocina del Sol de Oro tenía su habitual aspecto de todos los días.

Un alarido ronco elevábase, haciendo a lo lejos aullar a los perros; y de todas las viviendas desembocaba y corría el populacho, hombres ligeros armados de chuzos y hoces curvas. Súbitamente, el tumulto de las turbas que asaltaban la galería, buscándome sin duda, creyendo que yo guardaría el mejor de los tesoros, piedras preciosas, joyas. El terror me enloqueció.

Cuando después de comer, mientras a mi lado humeaba el café y yo languidecía, recostado en el sofá, en una sensación de plenitud y hartura, elevábase dentro de , melancólico, como canto que se escapa de una cárcel, un susurro de acusaciones. ¡Miserable, ese bienestar con que te regalas, no volverá a gozarlo el venerable Ti-Chin-Fú por tu causa!

Valldemosa se presentó de pronto a su vista sobre la cumbre de una colina rodeada de montañas. La torre de la Cartuja, con adornos de azulejos verdes, elevábase sobre la frondosidad de los jardines de las celdas. Febrer vio un carruaje inmóvil en una revuelta del camino. Un hombre descendió de él, moviendo los brazos para que el cochero de Jaime detuviese sus bestias.

Mostrábanse las filas de herramientas industriales y agrícolas, con reflejos de obscuro azul, los rótulos arrancados de puertas y balcones anunciando con letras de oro modistas francesas y peluquerías elegantes que ya no existían. En las plazoletas elevábase en montañas el hierro viejo y oxidado, tan frágil por la herrumbre, que parecía próximo a quebrarse como el cristal.

Partían de él relinchos desesperados, cacareos de terror, gruñidos feroces; pero la barraca, insensible á los lamentos de los que se tostaban en sus entrañas, seguía arrojando curvas lenguas de fuego por las puertas y las ventanas. De su incendiada cubierta elevábase una espiral enorme de humo blanco, que con el reflejo del incendio tomaba transparencias de rosa.

Eran los de todas las naciones en cuyos puertos tocaba el buque, añadiéndose a ellos los de Paraguay y Chile. Una cúpula de cristales de colores elevábase sobre el artesonado de oro obscuro. Profundos sillones de cuero se agrupaban en torno de las mesas de roble.

En el fondo, las mujeres, sentadas en el suelo con las faldas abombadas como hongos, contábanse cuentos o relataban curaciones maravillosas ocurridas en la sierra por milagro de las vírgenes. Una canturía a media voz elevábase sobre el murmullo de las conversaciones. Eran los gitanos que continuaban su comida extraordinaria.

Podía una morirse en medio de la calle, bien segura de que nadie acudiría en su auxilio. Y doña Manuela, enfurecida por lo difícil de la situación, crispaba sus manos arañando los adornos de su bata. Sólo una esperanza le restaba, pero no quería pensar en ella, pues en su interior elevábase como una voz de protesta.

Ya no encontró más gente en su camino. De pronto, sobre los rumores de la seca arboleda acariciada por el viento, oyó un tintineo lejano de hierro batido. Por entre el ramaje elevábase una ligera columna de humo: la fragua del Ferrer.