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Tiene tal encanto este ejercicio, para el hombre sobre todo, que no pocos noviazgos se prolongan más que el de Jacob y Raquel, que duró catorce años, sólo por no perder el encanto de pelar la pava. Las pobres muchachas lo sufren con paciencia, pero languidecen y se ponen ojerosas.

Pero viviendo los hombres en sociedad, el ejercicio de la libertad física del uno, tropieza por necesidad con el del otro; para impedir el desórden es necesario restringir un poco la libertad física de cada uno, y someterlos á todos á un órden conforme á razon, y conducente al bien general: aquí la necesidad de una legislacion civil.

El cura era indudablemente uno de esos personajes raros en el mundo, y por eso yo no lo creía feliz. Hubiera sido imposible para , después de haberlo escuchado, considerarlo como una de esas medianías que encuentran motivos de dicha en todas partes. Continuando mi examen, que era robusto, más bien por el ejercicio que por la alimentación.

Pero los católicos de Flándes, al ménos respecto de las mujeres, han apelado al beaterio como una transacion ó término medio entre el bullicio del mundo y los votos monásticos perpetuos, entre la completa ociosidad piadosa del claustro y cierta actividad en el ejercicio de la caridad y la enseñanza.

Venga ese stock a la industria, y hablaremos. A esta clase de argumentos se añadían, por vía de adorno, aperitivo y complemento, otros de carácter general; v. gr.: lo atrasada que estaba España, a pesar de la riqueza del suelo y el subsuelo; en concepto de Körner, tenían la culpa la Inquisición y los Borbones, y después el mal ejercicio del régimen constitucional, que ya de por no era bueno.

Pero a Juanita le divertía este ejercicio, y tenía una voluntad indómita. A las observaciones que su madre le hacía daba oídos de mercader; acariciaba a su madre para vencer su oposición y disipar su disgusto, y seguía yendo a la fuente a pesar de todas las observaciones. Una tarde del mes de mayo, Juanita se entretuvo en la fuente en larga y alegre conversación con otras muchachas.

No había más imágines, y así, mandó don Quijote que las volviesen a cubrir, y dijo a los que las llevaban: -Por buen agüero he tenido, hermanos, haber visto lo que he visto, porque estos santos y caballeros profesaron lo que yo profeso, que es el ejercicio de las armas; sino que la diferencia que hay entre y ellos es que ellos fueron santos y pelearon a lo divino, y yo soy pecador y peleo a lo humano.

En los tiempos de incredulidad a que habíamos llegado, el espectáculo de una joven tan linda, tan instruidaa y tan principal, consagrada exclusivamente al ejercicio de las virtudes y de los actos religiosos, no podía menos de influir saludablemente en las costumbres de la villa.

La vida de don Gaspar deslizóse tranquila y sosegadamente en la ciudad de Sevilla que le vió nacer, consagrado al ejercicio de su ministerio, y rindiendo fervoroso culto á la memoria de su padre, cuyo nombre había de ser honra y gloria de España.

Fuera del tiempo que esto le llevaba, consagraba el día al ejercicio de su industria.