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No, hija, no hay de qué... al contrario.... Aquí se está bien... esta sombra... pero yo estoy algo cansado... y con tu permiso... entre aquellas raíces, sobre aquel montón verde y fresco de yerba segada... ¿eh? ¿qué te parece? voy a sentarme un rato.... Y lo hizo como lo dijo.

¡Bah! madre Luisa está irritadilla... pero eso se le pasará: ¿no es verdad, madre? ¡Eh! ¡no! dijo Luisa. ¡Todo sea por Dios! dijo Montiño ; voy á las cocinas, que ya es tiempo de que yo vuelva de nuevo á mi obligación; quiera Dios que cuando vuelva te encuentre de mejor humor, mujer. Y Montiño salió y se trasladó á las cocinas.

Usted me permitirá que le diga una cosa, amigo Aldama... ¿Verdad que me lo permitirá...? Pues bien, su novia es muy guapa, es guapísima..., yo no he encontrado nunca otra más guapa. ¿He dicho algo? ¿Eh, eh? ¿He dicho algo...? El marquesito con la faz congestionada y los ojos un poco extraviados hacía guiños maliciosos y metía su cara por la de Tristán.

D.ª Rafaela quedó un poco sorprendida de aquel modo original de saldar cuentas; pero viendo el rostro de Godofredo cubierto de rubor, sus ojos serenos, inocentes, posarse dulcemente sobre ella con encantadora expresión de vergüenza, no pudo menos de sonreír. ¡Conque regalitos, eh! Vamos, no se ponga usted colorado. El hijo predilecto de la Iglesia se puso mucho más rojo aún.

Probablemente ya no nos volveremos a ver. ¿Me guarda usted rencor? No, nunca, a pesar de que creo que tengo motivos. Entonces, ¡adiós! Me tendió la mano, yo alargué la mía y me la estrechó con fuerza. Al volver encontré a mi madre un poco excitada. ¿Qué te pasaba? la dije. Nada, que al verle entrar he creído que venía mi hermano Juan. ¿Eh? . ¿Tanto se parece? Es idéntico.

Apostaría a que ya no tienes la menor idea de eso ¿eh? Despiertas, ¿no es verdad que despiertas? Juan, triste, aprieta los dientes y apoya su rostro en el pecho de su hermano.

Con voz baja y alterada por la emoción dijo: ¡Que no sepa papá esto! Y la camisa de batista se deslizó por el cuerpo, deteniéndose un instante en las caderas y cayendo después pausadamente al suelo. Quedó desnuda. Genoveva la contempló con ojos extáticos y la joven sintiose un poco avergonzada. No te enfadarás conmigo, ¿eh, Genovita? preguntó sonriendo.

Pues apunta la fecha para no olvidarla... Ramón sacó una libreta y un lápiz del bolsillo, y apuntó la fecha... Lita le dijo, dando un suspiro de satisfacción: Gracias. Y añadió: ¿El cinco de julio? ¿Eh? ¡El cinco de Julio!

A las seis de la madrugada, al despedirse Paco de Mesía con un apretón de manos, a la puerta del Casino, el Marquesito exclamó: ¡Bravo! ¡Al fin! ¿Eh? Mesía tardó en contestar; se abrochó su gabán entallado de color de ceniza, hasta el cuello; se apretó a la garganta un pañuelo de seda blanco, y al cabo dijo: Ps.... Veremos.

Ambos libros son muy bonitos, y traen un aquel de amores y besos, que me daba mucho gusto ouando a escondidas los leía yo. Santorcaz sonreía. Después de una pausa, dijo con cierta petulancia: ¿De modo que no ha leído usted la Enciclopedia? ¿Qué es eso? La Cincopedia gritó uno . ¡Eh!, ¿sabes adónde cae la Cincopedia?