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No me importa que se la beba otro. Mis faltas son debilidades, y además un efecto preciso de la mala, de la perversa educación que he recibido. ¿Por qué educaron en el lujo al hijo de un pobre empleado con treinta mil reales? ¿Por qué desde niño me enseñaban a competir con los hijos de los grandes de España? ¿Por qué no me dieron una carrera, por qué no me aplicaron a cualquier trabajo, en vez de meterme en una oficina, que es la escuela de la vagancia?

Un libro que nadie puede leer dos veces en la vida, pero que realmente existe y a él le estaba negado. Su alma debía ser un muerto que tuviese por sudario una sotana. Las doctrinas de los que le educaron lo ordenaban así. Por cima del decálogo casi divino que debía practicar, los hombres habían escrito este mandato: «No te amarán

Los padres de ésta, sabedores de tanta infamia, pusieron remedio al mal: a fuerza de oro rescataron a la esposa mártir y a la niña abandonada, muriendo de allí a poco la primera y heredando la segunda aquella belleza extraordinaria, germen maldito de tamañas desdichas. Posteriormente, primero los abuelos y después el tutor, criaron y educaron a Felisa entre mimos y grandezas.

Permitidme, hermanos, que un momento me haga caballero andante para salir en defensa del desvalido, de las santas corporaciones que nos educaron, confirmando una vez más la idea complementaria del adagio, tripa llena alaba á Dios, cual es, tripa hambrienta alabará á los frailes.» ¡Bravo, bravo! Oye, dijo Isagani seriamente; te advierto que tratándose de frailes, respeto á uno.

No me digan a que ha resistido objetó doña Flora ; lord Gray es muy galán y muy lindo mozo... ¿A qué vienen con hipocresías?... La niña se marchó con él porque le dio la gana. Doña María estará satisfecha de la formalidad de las niñas... dijo Amaranta riendo . Ahora repetirá su muletilla: «Yo educo a mis hijas como me educaron a ». ¿Pero se ha marchado lord Gray con ella? pregunté.

Si no lo podemos remediar, si se nos ha metido dentro un demonio, un demonio grandísimo, Inés, al cual no es posible echar fuera. y tu hermana seréis muy desgraciadas. ; desde que éramos chiquitas, mamá nos asignó a cada una el puesto que habíamos de tener en la sociedad: yo monja, mi hermana nada. A me educaron para el claustro; a mi hermana la criaron para no ser nada.

En el local que hemos descrito se reunía la ardiente juventud de 1820. ¿De dónde habían salido aquellos jóvenes? Unos salieron de las Constituyentes del año 12, esfuerzo de pocos, que acabó iluminando á muchos. Otros se educaron en los seis años de opresión posteriores á la vuelta de Fernando. Algunos brotaron en el trastorno del año 20, más fecundo tal vez que el del 12. ¿Qué fué de ellos?