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La buena educación, las leyes rígidas del decoro, las que se designan con el nombre o frase francesa de conveniencias sociales, no consienten que un galán se jacte de sus pasadas conquistas ante la mujer honrada a quien pretende o a quien ya enamora y posee; pero estas conquistas, no reveladas por él y sabidas por ella, contribuyen extraordinariamente a que el amor de ella suba de punto.

Una educación continua puede desbaratar esas toscas naturalezas, y cuando al afecto de la madre sucede la solicitud de un compañero que consigue que haga algún trabajo grosero el pobre inocente, éste se desarrolla poco á poco y acaba por llevar en la cara algo como reflejo de inteligencia.

EN la reforma posterior del teatro español tuvo notable influjo, por su crítica y por sus obras, un literato, que, no obstante profesar principios distintos de los maestros, y no poseer tampoco talento poético extraordinario, no debe, sin embargo, confundirse con los estúpidos pedantes y con los fabricantes mecánicos de comedias de su época, separándolo de ellos su formalidad y deseos patrióticos, y su educación literaria y su buen gusto.

La educación, las leyes, las tradiciones, no hacían mas que desfigurar el fondo bárbaro de nuestra existencia. Una preocupación le distrajo de estos pensamientos. ¿A qué hora debía presentarse en el sitio indicado? Se le ocurrió que, al no mencionar la hora, ésta debía ser la misma del otro encuentro á la puerta de San Carlos.

Las sociedades de una y otra region son muy homogéneas en sus condiciones esenciales, en su educacion sobre todo, y conviene compararlas para que se vea que donde quiera las mismas causas, es decir, las mismas instituciones, producen resultados análogos, habida consideracion á las diferencias geográficas.

Esta era la hora de pedirle favores, seguro de alcanzarlos, y esta era la hora también en que Villamelón, arrastrado por un resabio de educación malísima que jamás pudieron quitarle ni su santa madre, ni su dulce esposa, hacía bolitas de miga de pan con la punta de los dedos y las disparaba a las narices de los comensales, con muestras del más cariñoso agasajo y el más tierno regocijo.

En las mas de ellas tienen los españoles indios cristianos para la asistencia de sus casas y haciendas, á quienes los propios españoles, con su educacion han reducido á nuestra Sta. Católica.

No paró ahí ni la solicitud del Gobierno ni la educación pública.

Los quince de Moxos se redujeron á once, y su opulencia, parte de ella trasplantada á los dominios portugueses, causando los progresos de sus establecimientos que tanto nos perjudican. Los infelices indios perdieron aquella inocencia de su buena educacion.

No hay un filipino capaz de razonar que no vea y comprenda la colosal transformación que todo nuestro pueblo ha experimentado en virtud de esa educación laica.