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Isabel Pomar, viuda de Francisco Bonnin, negociante de oficio; natural y vecina de esta Ciudad, de edad de setenta y un años: reconciliada y presa segunda vez por judaizante relapsa; leyósele su sentencia con méritos y fue relajada al brazo seglar con confiscación de bienes por hereje, apóstata, judaizante, relapsa, convicta y confesa.

¡Ah! ..... Salamanca no representa una edad pasada ó una raza muerta, como acontece con muchas ciudades ricas en monumentos gentiles: Salamanca existe todavía con toda su antigua vitalidad, aunque en estación tan desfavorable.

Estaba viejo realmente, y también más varonil: algunos rasgos de su fisonomía delicada se marcaban, se delineaban con mayor firmeza; sus labios, contraídos y palidecidos, revelaban la severidad del hombre acostumbrado a dominar todo arranque pasional, todo impulso esencialmente terrestre. La edad viril le había enseñado y dado a conocer cuánto es el mérito y debe ser la corona del sacerdote puro.

A los doce años de edad obtuvo el mando de una compañía; a los veintiocho le hicieron teniente coronel, y a los treinta y tres, coronel. Si en su juventud no asistió a ninguna campaña, en 1794, y cuando contaba treinta y ocho años y poseía la faja de mariscal de campo, estuvo en la del Rosellón a las órdenes del general Caro, y allí le hirieron gravemente en el lado izquierdo del cuello.

Gabriel dividía y agrupaba por caracteres la larga lista de prelados famosos. Primeramente los santos, los propagandistas de la edad heroica del cristianismo, los obispos pobres como sus diocesanos, descalzos, fugitivos de la persecución romana y entregando al fin su cabeza al verdugo con el afán de dar nuevo prestigio a la doctrina por el sacrificio de la existencia: San Eugenio, Melando, Pelagio, Patruno y otros nombres que brillaban en el pasado, rompiendo apenas las nieblas de lo legendario. Luego venían los arzobispos de la época goda, los prelados monarcas, que ejercían sobre los reyes conquistadores la superioridad con que el poder espiritual acaba por dominar a la barbarie conquistadora. El milagro les acompañaba para confundir a los arríanos sus enemigos; el prodigio celeste estaba a sus órdenes para asombrar a los rudos hombres de guerra, supeditándolos. El arzobispo Montano, que vive con su mujer, indignado por la murmuración, pone carbones encendidos entre sus vestiduras sagradas mientras dice la misa y no se quema, demostrando con este milagro la pureza de su vida. San Ildefonso, no contento con escribir libros contra los herejes, hace que se le aparezca Santa Leocadia, dejando entre sus dedos un pedazo de manto, y goza el honor de que la misma Virgen descienda del cielo para ponerle una casulla bordada por sus manos. Sigiberto, años después, tiene la audacia de vestirse esta casulla, y es depuesto, excomulgado y desterrado por su temeridad. Los únicos libros que se producen en tal época los escriben los prelados de Toledo. Ellos compilan las leyes, ellos ungen con el óleo santo la cabeza de los monarcas, ellos improvisan rey a Wamba, conspiran contra la vida de

Los enemigos de Dios enmudecen, y Moisés termina de este modo: Pues todos en esperanza De futura edad, que tenga La felicidad de ver Maravilla tan inmensa. LOS datos existentes acerca del lugar del nacimiento de este eminente dramático, difieren mucho unos de otros.

Los emplearé en papel del cinco por ciento, y me producirán cien francos de renta contestoles. ¿Y después? preguntole un emperejilado millonario de veinticinco años de edad. ¿Serás más rico con eso? ¿serás más dichoso acaso? ¡Tendrás treinta céntimos de renta diaria! Si te casas, lo cual es inevitable, pues eres de la madera de que se fabrican los imbéciles, tendrás doce hijos al menos.

Había sido en Sevilla muy íntima de la familia Guevara, y en particular de Angelita, por más que ésta la aventajase en edad siete u ocho años lo menos. Enfriadas un poco las relaciones por la separación, volvieron a calentarse tan pronto como se encontraron en Madrid.

Traía asimismo dos acémilas cubiertas con dos ricos reposteros, y cargadas con una rica cama y con aderezos de cocina; finalmente, el aparato era principal, y la peregrina representaba ser una gran señora; y aunque en la edad mostraba ser de cuarenta o pocos más años, no por eso dejaba de parecer hermosa en todo extremo.

Mientras uno es joven una mujer de veinticinco años le hace feliz. Cuando lleguemos a viejos acaso una botella de Jerez de igual edad nos haga el mismo efecto. Pero oye dijo una de las chicas del Real-Saludo al oído de su hermana , ¿Narciso Luna es joven? Naturalmente respondió la otra . ¿No has oído que Marcela Peñarrubia tiene veinticinco años?