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Sacó su mano de entre las sábanas para tomar la de ella, y recogiendo al punto las ideas que se habían dispersado, le dijo: «Fíjate bien en una cosa, y es que doña Lupe la de los Pavos, que es la persona de más entendimiento en toda esa familia, no se ha de llevar mal contigo, si tienes tacto. Lo que a doña Lupe le gusta es mangonear, dirigir la casa, y echárselas de consejera y maestra.

Para echárselas de gran crítico no hay como mostrarse descontento de todo. La empresa no había mandado más que dos asientos á la Redaccion. En los palcos se preguntaba quién sería el dueño del palco vacío. Aquel ganaba en chic á todos pues llegaría el último. Sin saberse de dónde vino la especie, díjose que era de Simoun. El rumor se confirmó.

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Pues ha alquilado el cuarto de la izquierda de la casa en que vas a vivir; el tuyo es el de la derecha. ¡Bah!... no digas desatinos replicó Fortunata, queriendo echárselas de valiente. Deslizose de sus rodillas al suelo la falda de gro negro que estaba arreglando. «Como lo oyes, chica... Allí le tienes. Desde que entres en tu casa, le sentirás la respiración». Quita, quita... no quiero oírte.

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