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Yo bajaré dijo Bozmediano, hijo. ¿Pero díganme ustedes qué hago si es...? ¿Quién podrá ser? Esa es la confusión dijo otro. Sin duda el motín de esta noche tiene alguna alta misión que cumplir cerca de nosotros. No lo duden ustedes, señores: este motín viene de Palacio, como todos. Nuestra reunión se ha descubierto. Hay que bajar dijo Bozmediano al oír que los golpes se repetían con más fuerza.

Díganme ustedes: ¿a España qué le va ni le viene en esto? ¿Por qué ha de estar todos los días cañonazo y más cañonazo por una simpleza? Antes de esas picardías que Marcial ha contado, ¿qué daño nos habían hecho los ingleses? ¡Ah, si hicieran caso de lo que yo digo, el señor de Bonaparte armaría la guerra solo, o si no que no la armara!

Ahora vengan aquí todos los fisiólogos de la tierra, y hasta esos otros señores que han dado de poco acá en la flor de empeñarse en convencernos de que los que matan y los que roban, todos los criminales, en fin, son unos pobres locos irresponsables ante las leyes divinas y humanas, porque loco es igualmente el vate que crea y canta, y hasta, por la regla, lo soy yo también mientras me entretengo en emborronar estas hojas; vengan aquí, repito, los unos y los otros señores, y díganme, en presencia del ejemplar exhibido, cómo pueden en una sola pieza una mujer de su temple y una madre como la que a ver vamos.

Si no, díganme: ¿cuántas historias están llenas destas maravillas? ¡Había, en hora mala para , que no quiero decir para otro, de vivir hoy el famoso don Belianís, o alguno de los del inumerable linaje de Amadís de Gaula; que si alguno déstos hoy viviera y con el Turco se afrontara, a fee que no le arrendara la ganancia!

Vivimos en una sociedad hipócrita, triste y mal educada solía él decir a los jóvenes de Vetusta, que le querían mucho . Ustedes, por ejemplo, no saben bailar. Díganme, si no, ¿de dónde se sacan que puede ser buena crianza el coger a una señorita por la cintura y apretarla contra el pecho?

Creí que no me había comprendido. »¡Me quieren casar! repetí; ¡díganme algo! ¡contéstenme!... ¿Qué me aconsejan? »No consienta usted exclamó Carlos con alegría. »¡Prefiera usted la muerte! dijo Teobaldo. »Carlos quiso proseguir, pero no pudo pronunciar una sola palabra... Permaneció algunos instantes con la cabeza entre las manos, como buscando alguna idea.

En apoyo de nuestra creencia, citaremos las palabras de Gonzalo Pizarro cuando, prisionero de Gasca, lo reconvino éste por su rebeldía e ingratitud para con el rey, que tanto había distinguido y honrado a don Francisco: La merced que su majestad hizo a mi hermano fué solamente el título y nombre de marqués, sin darle estado alguno, y si no díganme cuál es.

Y díganme, ¿por ventura habrá quien se alabe que tiene echado un clavo a la rodaja de la Fortuna? No, por cierto; y entre el y el no de la mujer no me atrevería yo a poner una punta de alfiler, porque no cabría.

Díganme, hermanos, si no hice bien en querer saberlo todo, y ver de dónde venía el agua. Fortuna no más, fortuna dijo Pablo. La fortuna es ciega, y favorece a los necios. Hermanito dijo Pedro, con orejas o desorejado creo que está muy bien lo que has hecho, y quisiera que llegara aquí papá para que te viese. Y Meñique se llevó a dormir a camas buenas a sus dos hermanos, a Pedro y a Pablo.

¡Las buenas señoras! ¡Qué felices van á ser! ¡Ah! Quisiera presenciar su alegría... Pero, díganme ustedes, porque esta aventura me apasiona, ¿han navegado ustedes millares de leguas por amistad al señor de Freneuse? ¡Ustedes, dos parisienses, han abandonado su París, sus placeres, sus costumbres, y viajado tanto tiempo, arriesgando sus vidas!...