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El Caballero del Bosque, que de tal manera oyó hablar al de la Triste Figura, no hacía sino mirarle, y remirarle y tornarle a mirar de arriba abajo; y, después que le hubo bien mirado, le dijo: -Si tienen algo que darme a comer, por amor de Dios que me lo den; que, después de haber comido, yo haré todo lo que se me manda, en agradecimiento de tan buenos deseos como aquí se me han mostrado.

La boca se le hizo agua: aquella excomunión le hacía cosquillas en el alma: ¡qué más podía ambicionar! En seguida pensó en tomar una postura moral digna de las circunstancias. Nada de aspavientos, nada de protestas. Se contentó con decir : El señor obispo no tiene derecho de excomulgar a quien no comulga; pero venga en buen hora la excomunión... y ahí me las den todas.

Y ahora dijo Laura después de un silencio les pediré un favor, muy en serio. Quiero que delante de , ahora que todo está explicado, y para que no haya entre nosotros ninguna cosa ambigua, se den los dos un abrazo de reconciliación. Ambos quedaron inmóviles. Pero Laura insistió, suplicó, y al fin tendió hacia Julio su mano, voluntariosamente. Entonces él obedeció.

El Gobernador concluye diciendo, que siempre será necesaria la fuerza, por el empeño con que los indios los ocultan; y aunque por ahora no hay mayor fundamento para asentir á dichas noticias, ni hacer por ellas novedad, llevaré adelante las providencias que faciliten mejor, y dén una idea mas fundada de lo que haya en realidad.

Hay que batirlas duro para que den aceite, y cuanto más se las bate, más aceite dan». Esta máxima, repetida a los compañeros del vermut ante la mesa del café, en el preciso momento de escupir el hueso pelado de una aceituna a dos varas de distancia, tenía siempre un éxito loco.

¿Eres , acaso, la sola en cuyos ojos rasgados hay miradas que fascinan cuando miran con agrado? Acaso, , vida mía, otras no habrá que, escuchando mis tiernísimos requiebros o mis amorosos cánticos, con sonrisas y miradas me den de mi amor el pago...? ¡Muchas habrá! ¿quién lo duda?

Sean Vds. felices ¡qué diantre! ya era tiempo, porque los dos se estaban muriendo por no querer confesarlo. Acérquese Vd., Pablo, a su amada, y dígale que es Vd. el hombre más feliz de la tierra: aparte Vd. esas manos, hermosa Carmen, y deje a este muchacho que lea en esos lindos ojos todo el amor que Vd. le tiene; y que el juez y el señor cura se den prisa por concluir este asunto.

Es un hombre como otro cualquiera y se conformará con lo que le den. Susana, ¡un hombre como otro cualquiera! exclamé indignada. Entonces ¿no lo has visto? Ya lo creo que lo he visto, señorita, y hasta puedo afirmar que lo he oído. ¿Acaso le es permitido a ningún cristiano aporrear de ese modo la puerta de una casa decente? Con todo, enamoriscaos de él si queréis, que a ...

El escudero del Bosque asió por el brazo a Sancho, diciéndole: -Vámonos los dos donde podamos hablar escuderilmente todo cuanto quisiéremos, y dejemos a estos señores amos nuestros que se den de las astas, contándose las historias de sus amores; que a buen seguro que les ha de coger el día en ellas y no las han de haber acabado.

Lo que le importa al jornalero es encontrar donde le den jornal, y ser bueno para que los señores le ayuden con la limosna... Y también me da rabia que en todos esos metinges se metan con los curas, y eso que, como sabes, hace un porción de tiempo que yo no voy a misa. Pero ¿qué mal hacen esos pobres señores de la sotana al trabajador?