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Veinticinco y veintiocho exclama . Caballo... Luego, dirigiéndose a , continúa: Son 20 pesetas tiradas... Este año llevo perdidas ya 15.000. ¡Como no se repita lo del año pasado...! ¿Sabe usted cuánto me costó la broma el año pasado? Pues 7.000 duritos justos. No se gana nunca, nunca... La ruleta gira vertiginosamente. Los azares despiden de cuando en cuando la bola con un ruido seco.

El diputado español, en cambio, lejos de cobrar, paga. ¿Sabe usted cuánto me han costado a las elecciones? Veinte mil duritos. Así se demuestra el amor a la patria. Y aquí me tiene usted, en pleno mes de agosto, respirando este aire corrompido. Es el aire de la política. Yo había oído hablar de él, pero no lo había respirado nunca.

¡Qué tiempos aquéllos, ¿eh, Manuela? cuando vivía el padre de éste señalando a Juan y yo era sólo primer dependiente! Entonces, aunque me esté mal el decirlo, todos los años, al hacer el inventario, quedaban dos o tres mil duritos para guardar. ¡Oh! Aunque me esté mal el decirlo... usted pilló los buenos tiempos.... ¿No es eso, Manuela? Pero Manuela se limitaba a callar y a sonreír.

Esa pobre chica será bien desgraciada si se fía de tus palabritas de miel; no tardará en ir al panteón de las víctimas, como Teresa, Paquita, etc., etc. ¡Me avergüenzo de ser hermana tuya, gran tuno! Sabrás como tenemos noticia de que tío Manolo se casa con la viuda de marras. Ya era tiempo. Lo mismo uno que otro necesitan ponerse dentadura nueva, porque están algo duritos.

Me parecía que doce mil duritos no eran de despreciar por quien nada tenía que ver con ellos, máxime cuando no se le compraba ningún servicio extraordinario, sino tan solo que se callase y dejase hacer. Para no volverme atrás de este propósito, hablé del asunto al conde. Si tuviera mucho tiempo para rumiarlo, es casi seguro que concluiría por vacilar y arrepentirme; me conozco bien.

A medianoche no había dormido aún; estaba sola. Podía pensar a mis anchas, y pensar en ti como me diera la gana. Llegó la mañana. ¿Qué creerás que hice? La cantidad era enorme. ¡Mil duritos! ¿De dónde había de sacar yo ese dineral? Pues verás... Vendí mis pendientes de tornillo y mi alfiler grande. Saqué doce mil reales. Compré otros diamantes falsos para que él no conociera el engaño.

En otras ocasiones, pedía el marqués, corriendo, mil duritos para salir de un apuro. «Tómalos de un comerciante de Málaga escribía a D. Acisclo , prometiendo pagarlos en aceite dentro de dos meses, que será la cosecha».

Y cuando tomé la medicina aquella que sabía tan mal, me dio mi tía dos duritos, y cada vez que había que tomar purga un durito o medio durito. Lo que es en monedas de a cinco, puede que pasen de quince». Sintió que le renacía el valor. Pero cuando le llamaron a comer, y fue al comedor y se encaró con su tía, pensó que esta le iba a conocer en la cara lo que había hecho.

Como comprenderás, no han de faltarte dos duritos diarios, por supuesto, sin obligación de ir a ensayo más que cuando te la gana. ¿De verdad? Lo que oyes. Un tío muy rico, con vocación de caballo blanco. He conocido muchos.