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¿Cuál es, señor Stael? sabes que en la costa Suroeste de la Isla desemboca el Durga, que es uno de los ríos más caudalosos de ella. Tratemos de llegar a ese río y bajemos por él hasta el mar, bien en una balsa, bien en una canoa que podremos construir ahuecando un tronco de árbol.

Repartieron las provisiones de sagú proporcionalmente a las fuerzas de cada cual; cargaron con los barrilillos de bambú llenos de agua, y después de dar un adiós a aquellos sitios, se entraron por el bosque, decididos a llegar hasta el río Durga. Dificultaba mucho su marcha la espesura del bosque, que ni siquiera la luz del día dejaba pasar, sino a medias.

Hemos naufragado en estas costas, arrojados por la tempestad, y trataba de llegar al río Durga, para luego ir a las islas Arrú y desde allí volver a mi patria. ¿Y no has visto a los arfakis? Ni a uno siquiera. ¿Qué es lo que ha ocurrido a mi hijo? ¿Pero cómo quieres que lo sepa? ¿Son amigos tuyos los arfakis? Si los hubiera encontrado, me habrían comido.

El joven Uri se detuvo dos días en Dabo acompañando a sus salvadores, y luego, antes de partir, sacó de un escondite que había en la piragua dos grandes paquetes envueltos en hojas y cuidadosamente atados con bejucos, y, mostrándoselos al Capitán Van-Stael, le dijo: Este metal amarillo, que abunda en nuestro país entre las arenas del Durga, que es muy apreciado por los blancos.

No, señor Cornelio; y con tanto mayor motivo cuanto que los papúes de la costa no son malos y tienen frecuente trato con los europeos. Si lo libertamos nos puede prestar muy buenos servicios y hacer que encontremos al capitán Stael, conduciéndonos a las orillas del Durga. Vamos a enterarnos antes de lo que va a pasar.

, señor Cornelio; y su tribu está en la orilla del Durga. Pues entonces nos guiará hasta allí. ; pero antes trataremos de encontrar a nuestro tío y a nuestro hermano. Los salvajes saben guiarse por los bosques, y seguir una huella, por leve que sea. Informa de todo a este hombre. Van-Horn no se hizo repetir la indicación, y contó al papú las peripecias de su extravío en el bosque.

Sería un camino mucho más largo le contestó Van-Stael. La costa meridional hace muchas curvas y vueltas y hacia el Suroeste avanza muchísimas leguas dentro del mar. Necesitaríamos más de un mes para llegar al río Durga. Y estamos sin víveres, tío. No nos pondremos en camino sin provisiones, Cornelio. No podemos contar siempre con la caza, que puede faltarnos.

Eso es lo que no podemos saber; pero me parece que el babirussa huyó hacia el Sur. Caminando, pues, hacia el Norte, nos cruzaremos, más o menos lejos, con el Capitán. ¿Y si está buscándonos y se ha dirigido al Oeste? En tal caso trataremos de llegar a la orilla del Durga. Sabemos que se dirige allí, y tendremos que encontrarle.

Cuando mi padre lo sepa, será amigo vuestro y os hará conducir a todos a vuestra patria. ¿Está muy lejos el Durga? A dos jornadas de marcha. ¿Cuándo crees que fué el asalto? Al alba, porque estas ramas tronchadas están aún húmedas de savia. Si hubiera sido ayer, ya estarían secas.

En él se veían algunas palabras escritas con el zumo de una planta. Leed, señor Cornelio le dijo, intregándole el pedazo de papel. El joven lo estiró, y leyó: "Prisioneros de los salvajes. Nos llevan hacia el Durga. Van-Stael." ¡Han sido sorprendidos y hechos prisioneros exclamó Horn ; ¿pero, por quiénes? ¿Por los papúes o por los arfakis? ¿Los harán esclavos, o se los comerán?... ¡Uri-Utanate!