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Con el felice y gracioso suceso de la aventura de la Dolorida, quedaron tan contentos los duques, que determinaron pasar con las burlas adelante, viendo el acomodado sujeto que tenían para que se tuviesen por veras; y así, habiendo dado la traza y órdenes que sus criados y sus vasallos habían de guardar con Sancho en el gobierno de la ínsula prometida, otro día, que fue el que sucedió al vuelo de Clavileño, dijo el duque a Sancho que se adeliñase y compusiese para ir a ser gobernador, que ya sus insulanos le estaban esperando como el agua de mayo.

Fuera de que no se yo porque ha de tener nombre de Comedia, la que introduze sus personas entre Duques y Condes, siendo asi que las que más graves se permiten semejantes acciones, no pasan de Ciudadanos, Patricios y damas de mediana condicion. »Iva á proseguir el malicioso arguyente, quando atajandole don Alexo le respondio.

He aquí lector á lo que habían quedado reducidas las grandezas artístico arqueológicas acumuladas por los Duques de Alcalá, y ciertamente que apena considerar el abandono en que estuvieron las pinturas y esculturas del Palacio, como lo demuestra la circunstancia de que raros son los ejemplares que se citan que no vayan seguidos de la calificación de «maltratadosEn cuanto al monetario, también vemos la depredación que sufrió, la cual debió ser total en la parte de la gliptoteca, pues no se cita ni una sola piedra grabada.

No quedaron arrepentidos los duques de la burla hecha a Sancho Panza del gobierno que le dieron; y más, que aquel mismo día vino su mayordomo, y les contó punto por punto, todas casi, las palabras y acciones que Sancho había dicho y hecho en aquellos días, y finalmente les encareció el asalto de la ínsula, y el miedo de Sancho, y su salida, de que no pequeño gusto recibieron.

Obedecí, y, al verme, hubo entre aquella multitud, cuyas miradas todas se dirigieron hacia , una especie de rumor, el cual no podía explicarme, y que me turbó extraordinariamente. Recibíamos muy pocas veces, y los nobles señores que nos honraban con su visita eran, por lo general, viejos duques y ancianos señores, amigos y contemporáneos de mi tío.

Cuanto esplendoroso puede dar la vida contemporánea, cuanto grande son susceptibles de engendrar el refinamiento del gusto y la sobra del oro, se reflejaba en la morada de los duques de Algalia.

Si los demás presentes eran por el estilo, bien necesitaba el Emperador una acémila para cada presente. A la segunda comida que el rey de Francia dió á su huésped, asistieron el Delfin, el duque de Sajonia, las duques de Berry, de Borbon, de Brabante, de Borgoña, de Bar, el conde de Eu, y cerca de mil caballeros y barones, así extranjeros como franceses.

¡Toma! dijo el marmitón , creo que tengo razón para burlarme. ¿Por qué no trabajan? Los duques son hombres como los demás. ¡Muchacho! exclamó gravemente el mayordomo , estás diciendo cosas incoherentes. La prueba de que no son hombres como los demás, es que yo, tu superior, no sería ni barón durante una hora de mi vida.

Levantámonos, y arrimándonos a una esquina en son de empinarnos para ver algo, nos rascamos. ¿Qué diré del mentir? Jamás se halla verdad en nuestra boca. Encajamos duques y condes en las conversaciones, unos por amigos, otros por deudos, y advertimos que los tales señores, o están muertos o muy lejos.

Y dice más Cide Hamete: que tiene para ser tan locos los burladores como los burlados, y que no estaban los duques dos dedos de parecer tontos, pues tanto ahínco ponían en burlarse de dos tontos.