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¡Hable usted, pues! exclamó . ¡Me tiene usted en ascuas! Antes de pasar adelante, señor duque, debo recordarle que desde hace tres años soy el mejor amigo de la casa. Puede usted decir el único sin temor a ser desmentido. El honor de su nombre me es tan caro como a usted mismo, y si... ¡Va bien! ¡va bien!

En la rica y valiosa colección de comedias antiguas manuscritas, que forman la joya más preciosa de la biblioteca del duque de Osuna, se encuentran los siguientes manuscritos de comedias antiguas de índole popular: Las burlas de Benytico. En la cubierta, y del propio puño y letra, se lee claramente el año de 1586.

Decíase que el duque se hallaba realmente enfermo, que sufría una parálisis progresiva. En vista de ello se determinaron, después de escuchar el parecer de algunos célebres abogados, a pedir ante los tribunales su inhabilitación o la incapacidad para administrar sus bienes.

Tiene buenos ojos; es en fin, uno de esos conjuntos que se ven por dondequiera en nuestro país. Una vez que su voz es tan extraordinaria dijo la condesa, por honor de Sevilla , es preciso que hagamos de ella una eminente prima donna. ¿No podremos oírla? Cuando queráis respondió el duque . La traeré aquí una noche de estas, con su marido, que es un excelente músico y ha sido su maestro.

Se dice añadió el narrador , que el duque... pues... su excelencia... no hay que citar nombres, tiene en su casa como preso al herido. ¡En su casa! Como que le hirieron junto al postigo de su casa. ¿Y no se sabe quién le hirió? Todavía no. Pero nadie hay preso ni mandado prender... De modo que... ¿qué más prueba queréis de que estas estocadas han venido de lo alto? Esto es grave dijo uno.

Ser esclavo de un favorito dijo la condesa ; de modo que si el duque de Osuna, en vez de llamarse virrey, se llamase rey de Nápoles, lo que no sería otra cosa que un reino más perdido para el rey de España, el secretario del virrey sería secretario del rey... ¿y quién sabe?... El duque de Lerma ha nacido para equivocarse, y nada más que para equivocarse. ¿Y qué tiene que ver mi padre?...

Si el Rey hubiera muerto los seis estarían aquí con Miguel el Negro. ¿Sabe usted que el Duque ha regresado, coronel? , lo . ¡El diablo le lleve! A ver, señores míos dije. ¿Quiénes son esos seis de que tanto hablan? No tardará usted en trabar conocimiento con ellos contestó Sarto. Son seis caballeros a quienes Miguel tiene a su servicio, y que le pertenecen en cuerpo y alma.

Por lo mismo, señor, admita vuestra majestad mi renuncia. No hay necesidad; yo no he desconfiado de vos. Sin embargo, señor... esas graves acusaciones exigen: ó que yo sea juzgado, ó que lo sea mi hijo. ¿Qué estáis diciendo, duque? ¿qué estáis diciendo?... ¿meterme queréis en esos cuidados? yo os mando que sigáis ayudándome en el gobierno de mis reinos. Y yo, señor, obedezco á vuestra majestad.

Escucha, Juan, escucha dijo Montiño, que estaba atortolado y que había perdido el tino : don Rodrigo Calderón está aquí; luego saldrá por el postigo de la casa del duque; yo te llevaré á ese postigo; debes esperarle; lleva en el bolsillo de su ropilla las cartas que comprometen á la reina. ¡Las cartas que comprometen á la reina! dijo sudando el cocinero mayor , las cartas de la reina.

Llegó, pues, con el espacio y prosopopeya referida a hincarse de rodillas ante el duque, que en pie, con los demás que allí estaban, le atendía; pero el duque en ninguna manera le consintió hablar hasta que se levantase.