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Puede decirse que no tuve familia; menester ha sido que mis hijos me dieran medios para apreciar la dulzura, la firmeza que caracterizan a los vínculos que me faltaron cuando yo era niño como ellos. Mi madre apenas tuvo fuerzas para amamantarme y murió.

eres de otra raza; vienes de abajo, del Sur, de un país de sol y de cielo azul, donde la dulzura de la vida hace pensar menos en el dinero, y se mata por amor, y, se quiere tanto á la mujer... ¡tanto! que á veces se la da de puñaladas para tirarse luego del pelo ante su cadáver. Sois unos animales más vehementes, más complicados é interesantes que los de aquí.

Parecía tener como treinta y seis años; pero quizás sus enfermedades, sus fatigas y sus penas eran causa de que en su semblante, franco y notable por su belleza varonil, se advirtiese un no qué de triste, que no alcanzaban a disipar ni la dulzura de su sonrisa, ni la tranquilidad de su acento, hecho para conmover y para convencer.

Hay momentos de calma y de tempestad, de dulzura y de acritud, de suavidad y de dureza, de valor y de cobardia, de fortaleza y de abatimiento, de entusiasmo y de desprecio, de alegría y de tristeza, de orgullo y de anonadamiento, de esperanza y de desesperacion, de paciencia y de ira, de postracion y de actividad, de expansion y de estrechez, de generosidad y de codicia, de perdon y de venganza, de indulgencia y de severidad, de placer y de malestar, de saboreo y de tedio, de gravedad y de lijereza, de elevacion y de frivolidad, de seriedad y de chiste, de.... pero adónde vamos á parar, enumerando la variedad de disposiciones que experimenta nuestra alma?

Créalo usted o no lo crea, su dolor de madre conmueve hasta lo profundo de mi alma, y daría con gusto en este momento mi vida por devolverle la de su hijo... ¡No me hable usted con dulzura! No quiero de usted la compasión. Prefiero el odio. Ya que odiaba usted a mi hijo, ódieme también a . Máteme usted como le ha matado a él.

Ya ves cómo han cambiado los tiempos... Un buen marido es un mito, abuela... Por mucho que muevas la cabeza, no puedes menos de reconocer que los maridos actuales no valen lo que los de entonces. , hija mía, , valen lo mismo. Solamente, en otro tiempo, las mujeres tenían... ¿cómo diré yo?... tenían más paciencia... más dulzura... más abnegación.

Hasta hay mujeres que se dicen bien educadas que llegan a decir palabrotas... Pero no hablemos de esas monstruosas excepciones. El matrimonio es un gran sacramento, es verdad, pero sería pueril reconocerle la facultad de dar a las que le reciben inteligencia, dulzura y virtud. Existen las agriadas del matrimonio, como las agriadas del celibato.

El Salvador del mundo admira á cuantos le oyen, con la divina hermosura de su moral, con el maravilloso raudal de sabiduría y de amor que fluye de sus labios augustos; los pueblos se agolpan para verle, y él pasa haciendo bien; afable con los pequeños, compasivo con los desgraciados, indulgente con los culpables, derrama á manos llenas los tesoros de su omnipotencia y de su amor; solo pronuncia palabras de dulzura y perdon: diríase que reserva el lenguaje de una indignacion santa y terrible para confundir á los hipócritas.

»Severo y brusco para todo el mundo, Teobaldo tenía para una dulzura y bondad infinitas. Aunque las funciones de preceptor tienen algo de enfadosas, nada podía agotar su paciencia, ni aun las rudas pruebas a que le sujetaba mi estudio de las lenguas extranjeras.

D. Ramón, le dije un día desde la cama; parece que le gusta a V. Los Puritanos. Muchísimo; es una de las óperas que más me gustan. Daría cualquier cosa por conocer un instrumento para poder tocarla toda. ¡Qué dulzura hay en ella! ¡Qué inspiración!