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A falta de vivacidad, sus ojos, grandes y garzos, conservaban cierta dulzura que debió ser durante la juventud grato atractivo, y aún sus labios, descoloridos por los años, solían entreabrirse como queriendo recordar sonrisas reveladoras de una dentadura antes blanca y firme, si ahora descarnada y amarilla.

La señorita Guichard, afectando con Herminia una dulzura llena de compasión, como si acabase de arrancarla al más espantoso peligro, daba órdenes á la doncella que las había acompañado, y decía en su habitual tono de mando: ¡El departamento de Herminia, ante todo!

¡Cómo! ¿Para qué sirve eso? dice el subprefecto, enrojeciendo y, echando con un ademán a aquel pájaro insolente, prosigue a más y mejor: Señores y queridos administrados prosigue a más y mejor el subprefecto. Y he aquí que en aquel momento se yerguen hacia él las flores desde la punta de sus tallos, y le dicen con dulzura: Señor subprefecto, ¿no advierte usted el gratísimo perfume que exhalamos?

Algunos mechones, que conservaban la oleosidad de los ungüentos, pendían de uno de los bordes. ¿Era también su guedeja o las serpientes fascinadas de algún extraño sortilegio?... Ramiro admiró la dulzura de los párpados orlados de sombra, bajo las cejas alargadas por el kohl; y aquella rara sonrisa, aquella sonrisa de ensueño, que estremecía levemente sus labios, como si un vuelo invisible mantuviera sobre ellos cosquillosa frescura.

Cuando vio a Muñoz se entristeció, le tendió la mano casi con timidez. Sus ojos expresaban dulzura y seriedad. Lucía caminó rápidamente hacia ella. ¡Qué bonita estás! exclamó contemplándola con admiración. En seguida, para dejarla con Muñoz, le hizo un signo de inteligencia, agrandando los ojos y sonriendo; le dio la espalda y fue a tomarle las manos a Charito.

La mía era muy alegre, y no se la cederé a nadie. ¡Eso no! ¡Tonterías! Yo reconoceré a la mía por la voz: creo que no olvidaré sus gritos hasta el nacimiento de Jesucristo. Yo reconoceré a la mía por sus uñas. Y yo a la mía por el perfume delicioso de sus cabellos. PABLO EMILIO. Y yo a la mía por la dulzura y la belleza de su alma. ¡, señores romanos!

El recuerdo de aquellos momentos de gran ansiedad lo hizo ponerse en pie: se volvió en dirección al lago, echó a andar, extendiendo el brazo como en busca de un sostén, cual si estuviera ebrio. La dulzura del recuerdo lo embriagaba, , lo substraía a la tristeza presente. Pero la ensangrentada imagen reapareció y el corazón se le oprimió de nuevo.

Y después, después... que el uno al otro se dejen para siempre. ¡Yo entonces lo llamaré, yo misma lo llamaré; y si ha quedado triste, mi consuelo será como una dulzura tibia, tomaré para él una delicadeza de lirio, y seré tan íntegramente suya que nada podrá nunca más separarnos!" "30 de junio. "¿Por qué vienen ahora con tan poca frecuencia? Estoy segura de que se ven en otra parte.

7 El alma saciada desprecia el panal de miel; mas al alma hambrienta todo lo amargo es dulce. 9 El ungüento y el incienso alegran el corazón; así la dulzura del amigo con el consejo del alma. 10 No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre; ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejano.

Quiero decir continué hablando con tanta vehemencia como rapidez que te has forjado respetos de familia, consideraciones e ideas que son hijas de un error. Te han engañado, están abusando de tu bondad, de tu dulzura para fines execrables, y no pudiendo amoldar tu hermosa condición a la suya, te corrompen por grados, falsificándote, querida mía, con la escuela del disimulo.