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Despachose a su gusto derrochando primores de sofistería apasionada, esbozando proyectos, suavizando asperezas, dulcificando amargores..., en suma, exponiendo y sustentando, pero con nuevas razones y los más peregrinos vislumbres, la sempiterna teoría..., la de Sagrario, la de Leticia, la de mi propia madre; la que, desde la noche anterior, sentía yo en el aire que respiraba y en los rumores que oía.

Los perros, dorados al sol oblicuo, entornaron los ojos, dulcificando su molicie en beato pestañeo. Poco a poco, la pareja aumentó con la llegada de los otros compañeros: Dick, el taciturno preferido; Prince, cuyo labio superior, partido por un coatí, dejaba ver dos dientes, e Isondú, de nombre indígena. Los cinco fox-terriers, tendidos y muertos de bienestar, durmieron.

¡Tan agotada está tu alma! ¿No tienes ya deseos ni sueños? Conozco la vida; he agotado sus goces y sus dolores. Es inútil el trabajo que se toman los hombres para matar el fastidio por medio del placer. Apenas se ha comenzado á vivir, llega la vejez y después la muerte. Trataré de expiar el mal que he hecho, dulcificando la suerte de los desgraciados. ¡No te veré más, Jacobo!

El fiscal, en quien tal vez por ser el más joven, la fuerza de atracción de los sexos no había perdido aún su influjo, prosiguió, dulcificando cada vez más la voz y la sonrisa que contraía su rostro: Bien; puesto que usted ha tenido la franqueza de confesar que ha intervenido en la conspiración, esperamos que siga siendo tan franca y nos declare todas las circunstancias de ella y los nombres de las personas que han tomado parte.

La marquesa sintió que el corazón se le oprimía, oyéndole hablar de aquel arrepentimiento en que no entraba la idea de Dios; de aquel amor a su mujer en que no entraba la ternura hacia su hijo, y dulcificando con un esfuerzo de su poderosa voluntad más y más su sonrisa, y dando a su acento más marcado tinte de confianza y de cariño, dijo moviendo desdeñosamente la cabeza: ¡Bah!... No pienses en eso...

Pues así y todo... yo me entiendo... Repuesto de su turbación, el sacerdote dijo entonces con aspereza: Ruego a usted que no vuelva a decir esas cosas, ni que las piense... Se lo prohíbo... Advierta usted que se trata de dos sacerdotes añadió después de una pausa, dulcificando la voz.

Dígame cuándo será eso del duelo... Necesito saberlo. Moreno se resistió á hacer tal revelación, y el comisario, en vista de su rebeldía, fué dulcificando el tono de su voz. Dígamelo y no sea cachafaz. Piensen todos ustedes que no está bien que ocurran aquí tales cosas hallándome yo presente. Dígame cuándo será eso... para marcharme antes.

Su expresión rígida, tan poco adecuada a su fisonomía fina y sonriente, se fue dulcificando poco a poco. Suspiró profundamente y me dijo con un poco de tristeza: Me creía muy amigo de usted para que me tuviera tanto tiempo privado de sus confidencias. Balbucí unas excusas sobre la incertidumbre de mi porvenir y sobre los obstáculos que hubieran podido eternizar mi noviazgo.

Mas su hermana la siguió inmediatamente en la actitud más severa y autoritaria que puede nadie imaginarse, dispuesta a corregir aquel principio de rebelión, que con el tiempo podría traer funestas consecuencias. Oyose rumor de disputa, sobresaliendo la voz áspera, irritada, de Carmelita; luego aquella voz se fue dulcificando, haciéndose persuasiva, razonadora, reprendiendo con suavidad.

Al pronunciar las últimas palabras estalló la pobre mujer en sollozos y ocultó el rostro entre las manos. El de Demetria se cubrió también de palidez y miró de frente á la dama con ojos donde no se leía el amor filial. Acércate, niña, acércate profirió D.ª Beatriz dulcificando su voz.