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»Yo, Pepita, no podía decirte lo que he sentido cuando he tocado estas naranjas: son cosas tan etéreas que no hay palabras humanas con que expresarlas; lo cierto es que la sorpresa ha sido buena. A todos os doy las gracias por vuestra atención. Don Juan me ha estado hablando de lo que por ahí ocurre, que es lo mismo de siempre; todo el día he estado con él.

Si el señor Cuadrado no está para hablar dijo entonces el presidente, nos iremos a casa. Más estoy para obrar que para hablar contestó Su Excelencia; pero fuerza será, pues no hay quien hable. Digo en primer lugar que yo no doy un paso más adelante si no se conviene en presentar mañana a la firma de Su Majestad Imperial un decreto... ¿Eh? Adelante. Bueno.

También le he hecho una bizma para la cintura que vale cualquier dinero. Yo soy así; al que me entra por el ojo derecho, le doy hasta la camisa. ¡Y si viera usted qué cariño me ha tomado Ponce!

Deme usted una envidia tan grande como una montaña, y le doy a usted una reputación más grande que el mundo... Adiós; me voy al Congreso. ¿No sabe usted que se han sublevado los maceros?... Abur, abur». El médico hace a su compañero la expresiva seña de no tiene remedio, y pasa adelante.

Apenas le doy las buenas noches y me nace un hijo mas. ¡Somos tan fecundos!... pero somos pobres, y el temor de los hijos nos condena á una especie de divorcio íntimo. Aquel hombre sincero, al hablar con esa candidez, trazaba en cierto modo la historia del hogar del pueblo pobre.... ¿Hay drama del corazón tan sublime como el del amor que se defiende de mismo, luchando bajo formas diferentes?

Es una desgracia, porque la comida está pronta, va á perderse y el pobre muchacho será reprendido por su padre. Si el señor no hubiera comido por casualidad, me haría un servicio... Di un golpe violento con el pie. Márchese, le he dicho. Cuando salía me acerqué á ella. Mi buena Luisa le dije, la comprendo y le doy las gracias: pero esta noche sufro bastante y no tengo hambre.

No de los sucesos de su vida, sino que está encantado y que me tiene encantada, y doy por cierto que es valiente, generoso y leal. Señora, dijo la lavanderilla, yo puedo asegurar a V. A. que el Príncipe, si mi visión no es un sueño vano, parece un pino de oro, y tiene una cara tan bondadosa y dulce que da gloria verla.

Estas y otras cosas por el estilo son las que no se comprenden ni se explican sin acudir a la enseñanza y a la revelación de Dios mismo, de los ángeles o de los genios. Yo doy por seguro que el primero que cultivó el trigo y luego sacó de él harina e hizo pan, realizó algo más estupendo que cuanto hace un siglo se ha descubierto o inventado.

Todo lo que me gusta a le gusta a Luis: nuestro acuerdo respecto a las cosas del arte y del pensamiento continua en lo relativo a la vida. »Papá me pregunta si estoy contenta: yo doy gracias al Señor, de la felicidad que me acuerda. Que nos acuerda: él no quiere creer en lo que ha sucedido. La idea de que casándome pudiera sentirme desgraciada, era su tormento.

Por de pronto, es noblote a no poder más; y hasta el día de la fecha... en buena hora lo diga, no me ha dado ningún disgusto... quiero decir, un verdadero disgusto... Pues eso ya es algo, don Adrián. ¡Caray! ¡vaya si lo es! ¡Y no doy yo pocas gracias a Dios por ello! No, no: en ese punto, marchamos bien.