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Comenzaba a caer la tarde; llegaba la noche, como precursora de un nuevo día. También el crepúsculo de las aspiraciones humanas era momentáneo. La Justicia y la Libertad dormitaban en la conciencia de todo hombre. Ellas despertarían.

Ni siquiera se dio cuenta de su amor por ti, sino el día en que entró en tu casa; razón de más para que no pudiera sospechar las consecuencias que dormitaban en las profundidades más secretas de su alma. ¿Y, sin embargo, dices que ella combatía ese amor, que trataba de arrancarlo de su corazón? Sin que su espíritu influyera en nada, sin que tuviera conciencia de ello.

Pasó la noche en el corredor, sentado en el borde de una maleta, viendo cómo dormitaban otros con el embrutecimiento del cansancio y la emoción. Fué una noche cruel é interminable de sacudidas, estrépitos y pausas cortadas por ronquidos. En cada estación las trompetas sonaban precipitadamente, como si el enemigo estuviese cerca.

Alineados junto á los muelles, dormitaban, esperando entrar en funciones, los navíos-hospitales, trasatlánticos más dichosos, que retenían aún cierta parte de su antiguo bienestar, blancos, limpios, con una cruz roja pintada en los flancos y otra en las chimeneas. Algunos de los transportes habían llegado á Salónica milagrosamente.

se había adornado de limpieza, ese lujo del pobre, y estaba tan bien barrida y desempolvada que las pacíficas arañas que dormitaban de tiempo inmemorial en todos los nichos y en todos los rincones, bajo el velo de la Virgen como en la corona de espinas y hasta en la barba del Crucificado, habían sido desposeídas de sus telas, arrebatadas como por un huracán, y andaban melancólicas y errantes en busca de nueva instalación.

El café de la Paz era grande, frío; el gas amarillento y escaso parecía llenar de humo la atmósfera cargada con el de los cigarros y las cocinas; a la hora en que los dos amigos conferenciaban estaba desierto el salón; los mozos, de chaqueta negra y mandil blanco, dormitaban por los rincones.

Siempre y cuando puedas darle un disgusto, dáselo, por vida del santísimo peine... Que no se rían de ti porque naciste pobre. Quítale lo que ella te ha quitado, y adivina quién te dio. Fortunata no contestó. Estas palabras y otras semejantes que Mauricia le solía decir, despertaban siempre en ella estímulos de amor o desconsuelos que dormitaban en lo más escondido de su alma.

Los serenos que dormitaban en las esquinas, sentados cerca de su linterna, se levantaban al oir el paso de los caballos, saludaban, y se iban a lo largo de las aceras perezosos y distraídos.... Los faroles mortecinos brillaban de trecho en trecho con luz rojiza en la obscuridad de las calles, como cirios en funeraria pompa. Unos cuantos minutos y estaría yo a la cabecera de la enferma.

Por la tarde, antes de la hora del , cuando los pasajeros dormitaban en sus asientos y ardientes cuchillos del sol se introducían en la penumbra del paseo por los intersticios de las lonas, danzando acompasadamente de una cabeza a otra con el movimiento del buque, como si fuesen péndulos de luz, las niñas bajaban a sus camarotes para volver a subir con grandes cajas llenas de dulces.

A mediados del siglo pasado, en una plaza de Madrid, formando rinconada con un convento, claveteada la puerta, fornido el balconaje y severo el aspecto de la fachada, se alzaba una casa con honores de palacio, a cuyos umbrales dormitaban continuamente media docena de criados y un enjambre de mendigos que, contrastando con la altivez del edificio, ostentaban al sol todo el mugriento repertorio de sus harapos.