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Bonito dibujo. ¡Cómo se le quedaría la cabeza al que lo inventó!... Y aquí hay una pequeña mancha... Creo que si me pusiera a mirar la luz, me dormiría más pronto, Vuelta otra vez». Miró la luz puesta sobre la mesa central, grande, redonda y cubierta con rico tapete. La lámpara era de aceite, compuesta de dos candilones de bronce unidos por un vástago.

No se arredró por eso. Llamó suavemente en el ventanillo que estaba contiguo á la cocina, donde supuso que dormiría el minero. No respondieron. Llamó de nuevo y oyó la voz del tío José, el dueño de la casa: ¿Quién anda ahí? Soy yo, tío José. ¿Quién eres ? Nolo de la Braña. Vengo de parte del tío Goro á decirle á usted dos palabras. Es cosa muy urgente.

Como después del casamiento de Obdulia y Antoñito habían sido vendidas las camas de estos, surgió un conflicto de instalación doméstica, que Nina resolvió proponiendo armar su cama en el cuartito del comedor, para colocar en ella al pobre enfermo. Ella dormiría en un jergón sobre la estera, y ya verían, ya verían si era posible arrancar al cuitado viejo de las uñas de la muerte.

Tal vez le faltase colocación; tal vez los otros capitanes no quisieran de él, por considerarle habituado á una excesiva familiaridad; pero si era necesario, volvería á ser patrón de barca de cabotaje... ¡Adiós! Aquella noche no dormiría á bordo. Ferragut se indignó, hasta gritar de coraje: ¡Pero no seas bárbaro!... ¡Qué testarudez la tuya!... ¿A qué vienen esos escrúpulos exagerados?...

Si querían robarle, que le buscasen allí, sobre los campos que eran pedazos de su piel, y como á tales los defendería. Un día le avisaron que por la tarde iría el Juzgado á proceder contra él, á expulsarlo de las tierras, embargando además para pago de sus deudas todo cuanto tenía en la barraca. Aquella noche ya no dormiría en ella.

Las aguas batían suavemente el paredón a sus pies. Con los ojos clavados en ellas seguía distraído su movimiento ondulante. Las algas, sujetas al fondo, se agitaban con el vaivén de las olas semejando la cabellera de un muerto. ¡Qué bien se dormiría allí abajo! ¡Qué paz en aquel fondo transparente! ¡Qué mágica luz arriba!

Espera un poquito..., tengo que decirte una cosa... Te la voy a decir muy bajo para que no se entere nadie..., nadie más que ... Ricardo, me alegraría que el mar subiese ahora de pronto y nos sepultase para siempre... Así estaríamos eternamente en el fondo del agua, sentado y yo apoyada en tu regazo con los ojos abiertos... Entonces, , me dormiría a ratos y velarías mi sueño, ¿no es verdad?

Sin duda el único proyecto que le pareció natural era el de irse á Medina con su madre y ponerse á trabajar de nuevo y vivir del mejor modo que Dios les diera á entender; pero necesitaba saber dónde dormiría aquella noche. Pensó en su amiga Paca: era la más digna por su conducta y la que por su posición mejor podía ofrecerle hospitalidad.

Una monja, la hermana Casilda, velaba paseándose por medio del salón, hasta después de acostadas y dormidas todas. Luego se recogía en una celdilla propia, más grande que las demás y cerrada por un cortinado más espeso. Adriana convenció a sus compañeras que podía espiarse a la hermana Casilda; seguramente no dormiría con la toca puesta.

Yo dormiría en la alcoba del salón contiguo, que tenía su correspondiente cama; con ella y cuatro cachivaches que se le agregaran de mi cuarto, estaría como un príncipe... ¡Válgame Dios los reparos y los miramientos y los asombros con que se negaron de pronto a complacerme! no en lo de quedarse en la casa algunos días, sino en lo de ocupar el gabinete que les ofrecía yo... Hasta que al fin cedió Mari Pepa, resignóse Lita, y aplaudió el gigante el acuerdo con una «¡esa es la derechaque retumbó en media casa.