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Los ojos que miran y parece que ven, la piel grasienta abrillantada, humedecida en exudación adiposa, la frente grande, la nariz gorda y subida de color, ralos la barbilla y el bigote, encendida la piel, acusando lo recio de la complexión y lo sanguíneo del temperamento, todas las facciones y rasgos de aquel rostro vulgar, huérfano de majestad y de nobleza, están estudiados con tal espíritu de observación, sorprendidos e interpretados con tal dominio de la paleta y una técnica tan asombrosa, que la pintura parece palpitar como si el lienzo fuera carne.

Se extendió entonces el dominio español por toda la región, pero los ataques frecuentes de piratas ingleses, franceses y holandeses ocasionaron grandes dificultades a los gobernantes sucesivos. En 1742 se creó la capitanía general de Venezuela, a la que se agregaron en 1777 las provincias de Nueva Andalucía, Guayana y Maracaibo, anteriormente dependencias de la Nueva Granada.

Sólo pude sospechar que era el resultado de un inocente «flirteo» antes de que la fortuna la hubiera sonreído, lo cual había hecho que se desarrollara en aquel hombre vulgar una gran arrogancia, tratando de imponerse sobre su buen natural; y después, viendo que era generosa y tierna, había asumido esta actitud de dominio sobre sus actos.

El abandono del fuerte de la Sabanilla en la bahía Illana, la retirada de nuestras tropas de Zamboanga, donde un magnífico fuerte quedó encomendado á la lealtad y custodia de los «Lutaos», y por último, la toma por los moros del fuerte de Tandag en 1760, donde fueron acuchillados los 300 hombres que lo guarnecían, hizo dueños de casi toda la isla á los mahometanos, alcanzando con ésto extraordinario prestigio sobre los naturales, sometidos en absoluto desde entonces á su dominio.

Error: he visto muchos otros valles de España, admirablemente dotados de aguas y fertilidad, donde reina también la soledad. El valle de Aranjuez es precioso, porque es un dominio real; porque no le pertenece al pueblo español, pobre y abandonado, sino á sus monarcas, opulentos siempre.

Dos o tres veces la sorprendí mirándome sin motivo, como si aun estuviese bajo el dominio de una sensación persistente: luego las obligaciones de cortesía le devolvieron poco a poco el aplomo.

Unicamente la gloria de los guerreros, de los conquistadores sanguinarios, cuyos nombres son conocidos hasta en los lugares salvajes, podía igualarse con el dominio universal de la mujer. Para continuó Alicia , lo más hermoso y exacto que se ha escrito es lo del «banco de los viejos». El príncipe hizo un gesto de extrañeza, y ella continuó.

Cuando Juanita veía pasar por la antesala a doña Agustina, que iba muy pomposa a la tertulia, la sangre del valiente oficial de Caballería que circulaba en sus venas se alborotaba toda, y necesitaba ella del dominio que tenía sobre para contener sus ímpetus y no arañar a doña Agustina.