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Los paseos dominicales cesaron cuando Elías tuvo ocupaciones y preocupaciones que le apartaban de su casa: entonces ella se limitó á oír misa muy de mañana en las monjas de Góngora, y en esta expedición lo acompañaba, una criada alcarreña llamada Pascuala, que Coletilla había tomado á su servicio.

Pagaba una cuota mensual en las Escuelas Dominicales, pero no asistía a las lecciones ni a las conferencias; vivía lejos del círculo en que el Provisor reinaba. Este visitaba poco a las personas que no podían o no querían servirle en sus planes de propaganda.

No hay aldea, por reducida que sea, que no mantenga sus escuelas primarias bien servidas, y en todas partes se atiende tambien á las dominicales. Baste decir que constantemente concurre á las escuelas un número de alumnos equivalente á poco ménos de la sexta parte de la poblacion total. Esto es bello y muy honroso para ese pueblo. ¿El régimen de la instruccion obligatoria es bueno ó malo?

Ulises se imaginó una gran señora, hermosa como doña Constanza. Cuando menos, debía ser marquesa. Su padrino bien merecía esto. Y se imaginó igualmente que sus encuentros debían ser por la mañana, en uno de los huertos de fresas inmediatos á la ciudad, adonde le llevaban sus padres á tomar chocolate después de oír la primera misa en los amaneceres dominicales de Abril y Mayo.

Oyeron el concierto que en las tardes dominicales de primavera allí se celebraba y ya de noche se restituyeron a su casa, no sin haber dado antes una vuelta por la confitería para comprar los postres de la comida.

Venid y vamos todos con flores a María, inventaron un cantar contra el Círculo. Decía así: Los niños pobres no quieren ir a la Libre Hermandad, los niños pobres prefieren la Cristiana Caridad. La cristiana caridad y la perfección de la rima revelaban el estilo de don Custodio el beneficiado, que era a tanto había llegado director de las Escuelas Dominicales de niñas pobres.

La Libre Hermandad se había fundado con ciertos aires de institución independiente de todo yugo religioso, y su primer presidente fue el señor don Pompeyo Guimarán, que de milagro no estaba excomulgado y que no comulgaba jamás. Era el círculo algo como una oposición a Las Hermanitas de los Pobres, a la Santa Obra del Catecismo, a las Escuelas Dominicales, etc., etc.

Desde luego se le declaró la guerra por el elemento religioso y a los pocos meses no había un pobre en todo el Ayuntamiento de Vetusta que quisiera las limosnas, los premios, ni la enseñanza de La Libre Hermandad. Las niñas de las Escuelas Dominicales y los chiquillos del Catecismo, que cantaban por las calles en vez de coplas profanas el Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, y lo de