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«No nos abandone usted, señor doctor le dijo angustiadísimo . Hemos de estar con cien ojos... Hay moros por la costa... ¿Qué es eso? Que aunque parece que no habla, habla, , señor; hoy a las doce estuvo aquí una mujer que la viene persiguiendo hace días... Es un dragón, ¿me entiende usted?... Pues Isidora charló largamente con ella.

Lo único que pareció molestarle, fue que a raíz de la proclamación de la República, los entusiastas del doctor quisieran enviarle diputado a la Constituyente del 73. ¡Diputado aquel loco, cuando él, el amigo y agente de tantos ministros moderados, no había osado nunca pensar en el cargo por el respeto casi supersticioso que le inspiraba! ¡Aquello era el fin del mundo!...

Allí está la Capilla del Doctor Talavera, donde se conserva, como en Toledo, el Rito mozárabe, y se guarda la pila en que fué bautizado Alfonso XI. Allí está la Capilla del Canto, donde se celebraron Concilios, y la histórica Sala en que se reunieron Cortes, y el aposento en que quince Obispos juzgaron y absolvieron á los poderosos Templarios..... ¡Paréceme que no puede ser más gloriosa la historia de la insigne Abuela!

Después de pasar por delante de los hornos, cuyo calor obligole a apretar el paso, el doctor vio un edificio tan negro y ahumado como todos los demás. Verlo y sentir los gratos sonidos de un piano teclado con verdadero frenesí musical, fue todo uno. Música tenemos. Conozco las manos de mi cuñada. Es la señorita Sofía, que toca afirmó María.

Será siempre un timbre de honor para el gobierno del doctor Núñez haber destruido la barrera de la intransigencia política, llamando a los altos puestos diplomáticos a conservadores de la talla de Holguín... Verdad es, y esto sea dicho aquí entre nosotros, que Holguín fue uno de los cachacos más queridos de Bogotá, que le ha conservado siempre el viejo cariño.

Una muchedumbre compacta rodeaba la valla y la policía maltesa no bastaba para contener la curiosidad pública. ¡Diablo! dijo el doctor , ¿es que esa señora se habrá matado para jugarnos una mala partida? No la creía tan fuerte como todo eso. El conde se mordía el bigote sin decir nada. Había amado a la señora Chermidy durante tres años y se había creído sinceramente correspondido.

»Me limité a recomendarla que no se olvidase de bajar bien abrigada. Así acababa de prometérmelo cuando entró su padre a verla. »Cuando, a las diez, salimos juntos del aposento, me dijo el doctor: » Ya has tenido ocasión de ver que he fiado en tu palabra, porque te he dejado solo con ella. Comprendí que tenías que decirle muchas cosas.

En una bella Epístola al doctor Matías de Porras, publicada después en La Circe, pintó bellamente Lope la felicidad de su vida doméstica. De tales sentimientos está impregnado el libro Los Pastores de Belén, especie de Arcadia a lo divino, que publicó a principios de 1612, tiernamente dirigido a su hijo Carlos.

¡Qué alegría sentí al verte! decía el hermoso doctor empleando el lenguaje sagrado de la ciencia con tanta facilidad como Ra-Ra . Te creía lejos, en uno de esos viajes que tanto me inquietan. Ahora, al encontrarte, me considero feliz; pero no por eso dejo de pensar en tus enemigos. Los del Comité de supresión del antiguo régimen no te olvidan, y sus espías siguen buscándote por la capital.

El Fausto vivo y humano, el doctor melancólico, el remozado por la bebida mágica, el amante natural, como son todos los amantes; de la natural, viva y real Margarita, se queda por allá con las Madres, y sólo vuelve su sombra, su idea pura, un símbolo, una alegoría tan diáfana y clara, que más no puede ser.