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El amor a la divina representación de Cristo se hubiera combinado con el miedo y con una compasión tremenda que tal vez la hubieran hecho caer en convulsiones, o producido en ella ataques de nervios y hasta delirio.

A un instinto verdaderamente piadoso sólo esto se le puede contestar: es que la humanidad está tan mal organizada, que no hay que dar a escoger a los pueblos entre la paz y la libertad, porque es tan de origen divino la una como la otra; la libertad es tan divina como la paz.

Aleccionado por los días de penuria, puso coto a los derroches de su mujer, cuyo carácter, por milagro sin duda de la Divina Providencia, para quien no hay imposibles, mejoró notablemente. Ovillitos enfermó de gravedad al descubrir que su tesoro se había convertido en pájaro y volado del encierro.

En el pilar que divide las dos hojas de la puerta, Jesús, con corona y manto de rey, flaco, estirado, con el aire enfermizo y mísero que los imagineros medioevales daban a sus figuras para expresar la divina sublimidad.

En esta distinción me fundo a veces para dar fuerza a mis escrúpulos y mortificarme. Porque yo me digo: si amo la hermosura de las cosas terrenales tales como ellas son, y si la amo con exceso, es idolatría; debo amarla como signo, como representación de una hermosura oculta y divina, que vale mil veces más, que es incomparablemente superior en todo. Hace pocos días cumplí veintidós años.

No quiere esto decir que las reinas yerren con más frecuencia que los reyes, los cuales, aunque de origen divino, pocas veces tienen la divina gracia del acierto humano. Sólo quiero establecer que el juego de las influencias dentro de los matrimonios, reales o plebeyos, es siempre el mismo, aunque sus consecuencias, claro está, son muy distintas en trascendencia histórica.

Después vino el amor: un sueño dulce y embriagador, una música penetrante y divina que le suspendió algún tiempo sobre la miseria de la tierra, que le reconcilió con la vida y despertó en su corazón la esperanza infinita, la ilusión de la dicha inmortal.

Como representante de la gracia divina se le presenta un ángel, bajo la forma de un joven pastor, que teje una corona de flores, con la cual quiere coronar á los pecadores arrepentidos, y que entona cánticos llenos de gracia, que celebran la generosidad y misericordia de Dios.

Píntalo así el poeta con el vuelo poderoso de su fantasía; pero, á pesar de todo su talento, no es posible que la imaginación, por lo menos la de los que ahora vivimos, se vea libre de extrañeza, al considerar que, aquel signo externo, no se presenta sólo como símbolo, sino como instrumento salvador de la gracia divina, aunque las almas de los glorificados persistan en la culpa con conocimiento clarísimo de lo que hacen.

Por otra parte, querido tío, yo tengo que vivir en el mundo, tengo que tratar a las gentes, tengo que verlas, y no he de arrancarme los ojos. Usted me ha dicho mil veces que me quiere en la vida activa, predicando la ley divina, difundiéndola por el mundo, y no entregado a la vida contemplativa en la soledad y el aislamiento.