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Tales fueron las diversiones dispuestas por el pueblo de Bruselas, que afirman algunos autores, se le oyó mas de una vez decir á Felipe, que de buena gana seria su punto de residencia esta capital. Es opinion comun que D. Felipe era de una arrogante figura, apuesto caballero y muy amigo de vestir con esplendidez. Añádese á esto un carácter amable, por lo cual todos lo apreciaban.
Está temeroso de que yo me aburra al verme sola en esta enorme casa: se le ve el empeño que tiene en distraerme, en proporcionarme placeres y diversiones.
No hubo prohibiciones bastante fuertes para contener la natural afición á este linaje de espectáculos; y no contenta con ellos, tomó también parte en las diversiones paganas, puesto que ya no existía la misma razón de evitarlas, desapareciendo poco á poco el gentilismo como religión, y no habiendo entre esos usos y la idolatría los lazos que antes existieron.
Por último, los entreactos, sin ser tan largos como ahora suelen ser, no deben ser tan cortos como en Alemania, donde no hay tiempo para ver y hablar á las damas bien vestidas y guapas, ni para discurrir sobre el drama que se está viendo, de todo lo cual resulta, á pesar del primor y lujo del espectáculo, algo de apresurado, y de poco ameno que contradice el título de diversiones públicas con que calificamos las del teatro.
Ana comprendía perfectamente. «Quería decir el Magistral que cuando ella gozase las delicias de la virtud, las diversiones con que podía solazarse el cuerpo le parecerían juegos pueriles, vulgares, sin gracia, buenos sólo porque la distraían y daban descanso al espíritu. Entendido.
En tanto que el francés andaba entregado á aquellas diversiones, la gente de letras de Sevilla lo buscaba por todas partes, extrañando mucho y no pudiendo explicarse cómo no había parecido ni por el Liceo filarmónico, ni por la Academia, ni por el Museo de pinturas, ni por los teatros, ni por las bibliotecas, ni había mostrado interés alguno en conocer los monumentos y las joyas de arte que en ellos se guardan.
En Madrid había de ordinario dos compañías: una en el teatro de la Cruz, y otra en el del Príncipe . Las ciudades menos importantes disfrutaban de las diversiones teatrales sólo en algunas temporadas, cuando acudían á ellas compañías de actores, contentándose, por lo común, con algunas menos calificadas por el número y el mérito de sus individuos, y formando éstas las distintas categorías antes indicadas, con referencia á Agustín de Rojas.
Y el mismo día de la vuelta á Bilbao, él, al escritorio, á ganar dinero, ó al club, para vivir entre hombres solos, dejando á la mujer entregada para siempre á las amigas. Y la mujer se refugiaba entre las de su sexo, sin más diversiones que el visiteo y el exhibir trajes y alhajas para envidia de las compañeras, pues hasta la faltaban ocasiones de lucir su riqueza.
Pues bien, me decía: «Lo que necesita, es un marido que se consagre a ella completamente, un marido que no tenga más pensamiento que hacer de su existencia una perpetua fiesta, un marido, en fin, que pase su vida procurándole diversiones.» Vos me conocéis... Un marido semejante, no puedo, no debo serlo. Soy soldado y seguiré siéndolo.
Llegó a relatarle las aficiones de su infancia, el placer indefinible que experimentaba pasando horas enteras arrodillada ante un Cristo, rezando rosarios tras rosarios. En aquella época, llevarla a la capilla de la Virgen de los Desamparados era para ella la mayor de las diversiones, y rezaba con tal devoción, que las viejas beatas se la comían a besos, asegurando que iba para santa.
Palabra del Dia