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Las comedias de Chiari y de Goldoni hicieron olvidar las españolas; pero Carlo Gozzi, el poeta dramático más eminente que ha producido Italia, explotó de nuevo, y no sin acierto, esa vena antes tan aprovechada; sus Due notte affanose, son un arreglo de Gustos y disgustos son no más que imaginación, de Calderón; su Pubblico secreto y su Eco é Narciso, como indica su título, son sólo imitaciones de las comedias de igual nombre de aquel poeta; su Principessa filosofa, lo es de El desdén con el desdén, de Moreto, habiendo arreglado también Celos con celos se curan, de Tirso de Molina.

Habla de la hija, pero no de la madre. ¡Bastantes disgustos he tenido con la tal mujer, que tanto te persiguió! Pues la hija no te miraba con malos ojos... Señores, este hombre ha sido magnífico; lo es todavía. Y todas las mujeres, , todas, estaban con él como locas... habla, pues, á estos señores y no cuentes tus historias...

Cada ceremonia de estas le cuesta a mi tía muchas jaquecas y muchos disgustos, porque no sabéis las recomendaciones que recibe... Para veinticuatro pobres, hay unas trescientas recomendaciones. Todos los días cartas y recaditos de la marquesa o la condesa. ¡Hija...!, parece que les van a dar un destino gordo.

Tu imaginación no lo puede concebir... ¡Una caída espantosa, mi querido amigo! Grandes disgustos.

No pensé aún en que por amor iba a volver a ser tuya, pero pensé en nuestra antigua amistad y me propuse renovarla, estrecharla y hacerla ya más constante y sin interrupciones. Pensé también confiarme en ti y desahogar mi corazón diciéndote todos mis disgustos y mis dolores todos.

En los momentos difíciles en que se halla en el día la nación española, es antipatriótico todo espíritu de oposición contra el Gobierno. Debemos desear que acierte, y para su acierto debemos coadyuvar en la medida de nuestras fuerzas, sin poner el menor estorbo y sin apelar á la censura ni mostrar disgustos sino en casos extremos.

Pablo Aquiles bajó la cabeza y suspiró. Y él, que nunca había servido para nada, se vió obligado a buscar un empleo fácil, para ayuda de gastos. ¡Qué disgustos pasó antes de lograrlo! Con su pequeño sueldo y la escasa renta que les habían dejado, no le faltaría pan a su hijo. En medio de todas sus desdichas, sólo le quedó una ilusión y una esperanza: Quilito.

Á Velázquez, hastiado de la vida inactiva, aunque tuviese suficiente hacienda para vivir, se le ocurrió comprar una tienda de montañés que se traspasaba en el Campo del Sur. Comenzaron los disgustos. Aunque generoso siempre y delicado en los asuntos de dinero, no tardó en mostrar su carácter autoritario. Exigía una sumisión absoluta por parte de cuantos le rodeaban.

»Comenzaba ya el periódico a producir disgustos entre muchas familias aludidas por los chicos, cuando llegó de la Universidad, va a hacer un año ahora, Tinito Maravillas.

Fue un movimiento del que se arrepintió a los pocos instantes, cuando sus palabras ya no tenían remedio. Siga usted su buena suerte, Maltrana. Y como puede traerle perjuicios y disgustos el ser amigo mío, que cada cual eche por distinto lado... y como si no nos conociésemos. Habían pasado sin hablarse la tarde y la noche del día anterior.