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Me había sentado un momentico a descansar... La tarde está tan grata que no apetece meterse en casa, ¿verdad, señor? Andrés, que había vuelto en perfectamente, puso en duda esta explicación en el fuero interno; pero se limitó a contestar: que está muy hermosa... la noche, no la tarde. Pero a me espera mi tío para cenar, y no puedo disfrutar de ella... Conque hasta la vista, don Jaime.

Dice que ya que no le dejaron matar toros para hacerse rico, matará hombres si es necesario para salir de pobreza; que él tiene derecho a disfrutar como cualquier señor, y que todos los ricos son unos ladrones... Pero hermano, ¡por la Virgen!, ¿les has enseñado realmente esas cosas tan horribles? Déjalos dijo Gabriel riendo . No han digerido aún las ideas nuevas, y vomitan disparates.

En las entrañas hueras de la caja dejó Fernando un billete que no era, por cierto, de Banco, y que decía: «Tengo que marchar inmediatamente, sin tiempo para despedirme, y llevo este dinero porque lo necesito y porque algo he de disfrutar yo de la herencia de tío Manuel....»

Fácil es de comprender el asombro de Pablo ante este espectáculo. ¿Podrá, pues, Enrico, personificación de todo lo malo, disfrutar de la gracia divina? Regresa con esta resolución á la montaña, en donde vivió antes como piadoso solitario, y se pone al frente de una banda de ladrones, con la cual comete todo linaje de crímenes.

En un dia, en una hora, quiere disfrutar lo que no ha disfrutado en diez años de encierro, y nunca está contenta, nunca está tranquila; siempre mira impaciente, siempre murmura, siempre anhela más. Querer verlo todo, sentirlo todo, devorarlo todo á la vez, esta es la educacion, esta es la cultura, esta es la moral que la jóven saca del colegio.

Exaltado por el furor de los elementos, por el estampido del trueno, por el correr de las aguas, por el mugir de los árboles sacudidos, corría con alegría frenética. Cuando recobré la calma y encontré lumbre, pan, vestido seco, todas las dulzuras de la buena hospitalidad montañesa, casi echaba de menos la poderosa voluptuosidad que acababa de disfrutar allá fuera.

Hartas calamidades han llovido sobre la trabajada Andalucía para que vengais ahora vosotros con vuestras siniestras predicciones á conturbar el reposo que empieza apenas á disfrutar la España islamita.

La duda que le atormentaba y consultaba con Mesía era esta: ¿Debo casarme pronto para que mi mujer no llegue a mis brazos hecha una vieja? ¿Debo preferir tomarla vieja y ser libre más tiempo para disfrutar de otras lozanías? No pensaba él, por supuesto, abstenerse del amor adúltero en casándose: pero ¿y la comodidad? ¿y el andar a salto de mata, ocultándose como un criminal?

Celebrado el casamiento y hecho en regla el traspaso de la droguería, el viejo droguero cedió hasta la habitación a sus sobrinos, y se largó a su tierra, en la Rioja, a disfrutar las primeras vacaciones que había logrado en su vida, perfectamente libre y descuidado.

Abandonado á mismo, y sin disfrutar otras luces que las del instinto animal, el cretino puede alguna vez hacer cosas que serían superiores á la fuerza de un hombre inteligente y consciente de su valer. Me contaba á veces mi compañero el pastor cómo había caído en una grieta del ventisquero, y cuando hablaba de ello, todavía se dibujaba el espanto en su semblante.