United States or Eswatini ? Vote for the TOP Country of the Week !


Concha, en pie debajo del dintel de la puerta, se arreglaba con mano nerviosa la ropa y los cabellos. Ven aquí dijo en tono imperioso a su querido. Pero éste hizo un gesto de desprecio y se volvió hacia el matrimonio para disculparse. ¡Vaya unos postres que les he dado!... ¿Quién iba a suponer?... Carlota, usted es muy buena y me perdonará esta grosería. ¡Ven aquí! gritó con más furia la joven.

Cuando Watson, después de la cena, intentó disculparse con Robledo, pidiendo que le perdonase su rudeza, el español le hizo callar. No hablemos del pasado; tan amigos como antes: lo nuestro resulta un incidente sin importancia. Lo verdaderamente terrible es lo del pobre Pirovani y la situación en que se ve Canterac... Comprendo la impresión que han producido en usted sus palabras. ¡Pobre hombre!

Escuchólo con sumisión, y después, con voz conmovida, empezó a disculparse. Verdad que había coqueteado un poco con María Huerta, pero juraba que no estaba interesado por ella. Era una cuestión de amor propio. Cuando él se había casado con Irene, esta María había dicho en casa de Osorio que no comprendía cómo Irene aceptaba por marido un chico tan feo y tan insustancial.

De allí pasaron á otro lugar que la historia de Pachimerio no le nombra, solo dice que estaba dentro para su defensa Sausi Crisanislao famoso soldado y Capitan de Búlgaros, á quien mandó ahorcar con doce de sus soldados los más principales, sin decir con certeza la ocasion de este castigo; solo se presume, que habrian defendido mal algun lugar que estaba á su cargo, ó entregado alguna fortaleza, y queriendo Sausi disculparse atravesó razones con Roger, que le movieron á meter mano á la espada, y herirle, y después fué entregado á los que le habian de ahorcar.

En varias ocasiones evitó descomunales bochinches, haciendo notar a sus compañeros que iban a perder con un cambio de profesor de francés... Por eso le repuso, siempre rojo y tartamudeando: Yo no he tenido intención ninguna... Escribí por escribir... Le pido perdón, ¡todos le pedimos perdón, monsieur Jaccotot!... Y Marcelo Valdés decía la verdad al disculparse.

Convengo en que así pueden disculparse los hechos referidos en el Romancero de El Niño de Nazaret, donde el coloquio con la Samaritana, la resurrección de Lázaro, el perdón de la mujer adúltera y otros pasajes de los santos Evangelios se leen prefigurados y escritos en narración infantil y como lectura propia para niños.

Sin embargo, como su marido estaba tan lejos... También para él era..., no enojosa, sino delicada la entrevista. ¿Cómo no pensó antes en esto? ¿Qué iba a decir para disculparse de la infamia pasada? ¿Por dónde iba a comenzar? ¿Qué táctica seguiría?

Don Claudio Fuertes le pescó en el Casino, muy atenuado y confuso, porque delante de él nadie osaba decir todo lo que sabía. Pero como era evidente que algo había sucedido, alarmose y corrió a la botica para averiguar lo cierto. Don Adrián sabía ya para entonces algo más de lo que le había contado Cornias: sabía que Nieves iba también en el yacht, y que también se había mojado; y esto lo sabía porque Leto había creído de necesidad contárselo en justificación de su invencible disgusto, y por temor de que su padre supiera por otro conducto toda la verdad y la creyera. El pobre boticario estaba transido de pesadumbre. «Nada tenía de particular el caso en , aislada, concreta y separadamente, eso es»; pero considerando que Nieves había salido aquel día a la mar por primera vez y sin permiso ni conocimiento de su padre, ¡qué no estaría pensando y sintiendo a aquellas horas su bondadoso y respetable amigo el señor don Alejandro Bermúdez Peleches, si era sabedor de todo? Por aquí, por aquí le dolía al apacible don Adrián entonces; y como Leto se quejaba también del mismo lado, y ninguno de los dos tenía serenidad bastante para presentarse en Peleches con aquellos temores sobre el alma, Fuertes les reprendió la cobardía, y les dio razones que les obligaban a lo contrario: si lo sabía don Alejandro, para disculpar Leto a Nieves y disculparse él mismo honradamente; si lo sabía y no le daba importancia, para que viera que tampoco se la daban ellos; y si nada sabía, tanto mejor para todos.

La distinguida dueña de casa llegó a disculparse con excelente mímica, mirando a su marido, como si le dijera: «¿Y estos son los amigos que traes a tu hogar?...» Me disculpé balbuciendo débiles excusas sobre mi rusticidad.

Aludimos á su Arte nuevo de hacer comedias, citado antes, que escribió en el año de 1609, esto es, en la primera mitad de su carrera, á excitación de una Academia literaria de Madrid, para disculparse de la crítica que de él se hacía, por quebrantar las reglas admitidas.