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Es que se me pegaron tus ilusiones replicó la suegra esforzándose en disculpar su error . Dice Juan que es manía; yo lo llamo ilusión, y las ilusiones se pegan como las viruelas. Las ideas fijas son contagiosas. Por eso, mira , por eso tengo yo tanto miedo a los locos y me asusto tanto de verme a su lado.

Faltaba también el tío Frasquito, que, con gran indignación de Currita, no se había tomado el trabajo de disculpar su ausencia; y faltaba Leopoldina Pastor, que la había disculpado tan sólo con una lacónica esquelita, diciendo que un indecente orzuelo le había aparecido en un ojo, poniendola de humor malísimo.

Señor, no tengo palabras con que abominar bastante la conducta de un hombre muy conocido en Madrid; uno que ha tenido la osadía de usar, profanándolo, el nombre de V.M. para disculpar sus horribles maquinaciones.

Las fiestas que en él se celebran no afectan ya peculiar y exclusivamente á un grupo determinado de personas: son otros tantos acontecimientos que preocupan, agitan y remueven á las tres cuartas partes de la población: á la una, porque es la que baila allí; á la otra, porque va á ver bailar, ó á pasearse por los jardines, ó á cenar en el ambigú; y á la otra, porque ... juzguen ustedes: la otra tiene que subdividirse en tres grupos: el destino del primero es situarse en la calle de Vargas, frente á la puerta del salón, donde se pasa dos horas, á pie firme, como un soldado ruso, escuchando la música y contemplando el alumbrado del local; el segundo se coloca en la Alameda chica para revistar escrupulosamente los trajes de las señoras que van á bailar; y el tercero, se encierra en casa para en un caso de apuro, disculpar al día siguiente, con un supuesto dolor de cabeza, su ausencia del baile, que en rigor, fué motivada por la falta de un vestido, ó de un billete de invitación, ó de ambas cosas.

Fingí tomar en serio y como dura lección estas palabras y sólo repliqué a ellas para disculpar mi atrevimiento... Entonces soltó la picaruela otra risotada, y me dijo en un tono que revelaba el mayor deseo de desenfadarme, si por ventura me había enfadado yo de veras: Pues ahora que con el susto le castigué la picardía, porque picardía es, y de las grandes, el sonsacar a una mujer los pensamientos que nunca tuvo... Pero ¡tochona de ! exclamó de pronto cruzando las manos y compungiendo la carita . ¿Pues no me estoy jaraneando, como una boba, lo mismo que si no hubiera por qué llorar sin descanso en esta casa? ¿Qué dirá usté de , señor don Marcelo? ¡Vaya, vaya, que otra simple como yo!

»Resuelta estoy a restaurar con plegarias, cristianas meditaciones y dura penitencia la espantosa ruina en que mi virtud se deshizo. Humillada y contrita estoy, y con todo, no noto en el arrepentimiento. A mi mente acuden en tropel ideas y razones, si no para justificar, para disculpar en parte mi pecado, y, cuando no para absolverme, para mitigar la sentencia que me condena.

Si a fuerza de devoción y reconcentración, y gracias también al rigor de mi prudente autoridad has logrado elevar tu alma a cierto grado de beatitud, concedido a pocos, no te achiques empeñándote en disculpar a los demás. La perfecta virtud anda muy escasa por el mundo.

Sin duda que todo esto ha sido demasiado desear para tan pocas páginas, pero no se me puede hacer un cargo por el deseo sino por no haberlo conseguido. Una palabra más, destinada a disculpar sus defectos. Páselos Ud. por alto, porque quizá no lo sean todos los que, a primera vista, puedan parecerlo, pues no pocos se encuentran allí como copia o imitación de los que lo son realmente.

El dueño del convite, como para disculpar una mezquindad que en el fondo era positivo lujo, pues la producción era escasa y carísima, solía decir a sus convidados: caballeros, aceituna, una. Y así nació la frase. Ya en 1565 y en la huerta de don Antonio de Ribera, se vendían cuatro aceitunas por un real.

Pues yo también lo creí; yo también creí que era una santa; pero ya no lo creo. ¡Ah! exclamó Lázaro: yo no necesito que nadie me diga lo que usted es para saberlo. Yo mismo lo he comprendido. Cuando una criatura tan perfecta ha descendido hasta para defenderme y disculpar mis faltas, es indudable que no es como los demás.