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En la mitad de Diciembre de 1808 todo el pueblo de Sahagún salió al camino real lleno de curiosidad. El emperador Napoleón I pasaba por allí para dirigirse á Astorga en persecución de los ingleses. Llegó al pueblo, descansó dos horas, y siguió su camino, seguido de una gran parte del ejército que ocupaba á España.

Me parece que debiera haber empezado por dirigirse a ... Eso es la educación rudimentaria. Así lo hubiera hecho, señora, pero ha juzgado inútil proporcionar a usted esa molestia sin conocer antes mis sentimientos personales...; que, después de todo, era lo que más le importaba. ¿Y te satisface ese casamiento?

Se habían emborrachado amigablemente, y al dirigirse después hacia la feria, surgió la disputa a consequencia de ciertas afirmaciones infames del elegante Roberto.

Tan poco, señor, que me creo enteramente incapaz de improvisar dos frases en público. ¡Hum! no es eso precisamente á lo que puede llamarse vocación para orador; será preciso dirigirse á otro lado, pero la materia exige más amplias reflexiones. Por otra parte, veo que está usted fatigado. Tome los papeles que le suplico examine á su satisfacción. Tengo el gusto de saludarle.

Los blancos decian que era impiedad dirigirse al oriente del hibierno, quando los ficles oraban á Dios; y los negros afirmaban que miraba Dios con horror á los hombres que se dirígian al poniente del verano. Zadig mandó que se volviera cada uno hácia donde quisiese.

Al dirigirse hacia la puerta miró al sofá con miedo, a la cama con terror, y, sin embargo... abrió gozosa.

Al terminar estas observaciones, la señorita Nancy se volvió también hacia las señoritas Gunn a fin de evitar la falta de cortesía de no dirigirse a ellas al mismo tiempo.

Cumplidas las sabias órdenes que había dado la directora de la casa, Fortunata salió con Papitos, y después de encaminarla a la compra, indicándole algunas cosas que debía tomar, separose de ella en la plazuela de Lavapiés para dirigirse a la calle Mira el Río.

Siempre se acordaría de aquella tarde en que se sintió indispuesta en las carreras y el mismo barón fue por una taza de te y se la sirvió por su propia mano. La misma sobrexcitación heráldica le impulsó a dirigirse a su primo en tono jovial. ¿Y qué tal, qué tal el marquesito del Lago? Dicen que es un cazador de primera fuerza. Tristán se encogió de hombros con desdén.

Se apresuró a salir del Retiro y tomó un coche para dirigirse a su casa. Durante el camino fueron en aumento los escalofríos; la vista se le turbaba; creyó no poder llegar sin desmayarse. Al fin pudo subir la escalera y meterse en la cama. Poco después se le declaró una fuerte calentura. Pues yo sostengo que lo que ha hecho mi yerno esta mañana es un acto inmoral.