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Yo amo la Naturaleza, Antonio dice Verdú : yo amo, sobre todas las cosas, el agua. El cardenal Belarmino dice que el agua es una de las escalas para subir al conocimiento de Dios.

Todo eran desmontes, cuevas para gente mala; a Dios le quitaban la capa así que cerraba la noche; y ahora anda uno por allí, y todo son calles y más calles, y luz eléctrica, y adoquines, y asfaltos, donde estos ojos pecadores vieron correr conejos... Los antiguos cementerios han quedado dentro; los pobres que vivimos cerca de ellos vamos en retirada, y acabaremos por acampar más allá de Fuencarral.

¿Cómo no ve usted que no pido más que creerla, que tengo sed de su inocencia y de verla justificada ante todo el mundo como lo está de antemano para ? Pero, por Dios, Luciana, sea usted franca. Su cara se contrajo con una expresión de sufrimiento; y después levantó la cabeza y dijo con resolución.

Esta ira, consejera tremenda, tal vez los ha persuadido de que era menester que los pueblos sudaran sangre bajo la presión divina, y ha traído a sus encarnizados ojos la visión de Isaías; y han visto y han hecho ver a sus secuaces fanáticos al manso Cordero convertido en vengador inexorable, descendiendo de la cumbre de Edón, soberbio con la muchedumbre de su fuerza, pisoteando a las naciones como el pisador pisa las uvas en el lagar, y con la vestimenta levantada, y cubierto de sangre hasta los muslos. ¡Ah no, Dios mío!

Hija afectuosa y sumisa, amiga generosa y segura, madre tierna y abnegada, esposa exclusivamente consagrada a su marido, la duquesa de Almansa era el tipo de la mujer que Dios ama, que la poesía dibuja en sus cantos, que la sociedad venera y admira, y en cuyo lugar se quieren hoy ensalzar esas amenazas, que han perdido el bello y suave instinto femenino.

Sin embargo, si preferís ir á París, lo dejo á vuestra decisión: allí encontraréis en tal caso á mi primo el Príncipe de Conti, al Sr. de Schomberg y á los de mi Consejo, que tienen prevención de recibiros y acojeros como lo haría yo mismoConsolábale á seguida del accidente mortal ocurrido al pobre D. Martín de Lanuza, recomendando se conformara con la voluntad de Dios, en la seguridad de que la suya no había de faltarle nunca .

¿Juicio...? Ya lo tengo, ya lo tengo. ¿Pues acaso he perdido yo alguna vez ni tanto así del juicio? ¡Quia! Nada en gracia de Dios. ¡Usted perder el juicio! Bueno va... Ello es que yo he dormido, amigo Ballester dijo Rubín con relativa serenidad levantándose . Lo que recuerdo ahora es que yo estaba cuerdo, más cuerdo que nadie, y de repente me entró el frenesí de matar. ¿Por qué, por qué fue?

8 ¿Habéis vosotros de hacerle honra? ¿Habéis de pleitear vosotros por Dios? 9 ¿Sería bueno que él os escudriñase? ¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre? 10 El os redargüirá duramente, si en lo secreto le hicieses tal honra. 11 De cierto su alteza os había de espantar, y su pavor había de caer sobre vosotros.

25 Mas se rebelaron contra el Dios de sus padres, y fornicaron siguiendo los dioses de los pueblos de la tierra, a los cuales el SE

23 No olvides las voces de tus enemigos; el alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente. Te alabaremos, oh Dios, alabaremos; que cercano está tu Nombre; cuenten tus maravillas. 2 Cuando tuviere la oportunidad, yo juzgaré rectamente. 3 Se arruinaba la tierra y sus moradores; yo compuse sus columnas. 4 Dije a los locos: No os infatuéis; y a los impíos: No levantéis el cuerno.