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«Pero, hombre, ¿has visto? le dijo el papá Pez, prejuzgando con su tonillo burlón el asunto de que iba a tratar . Otra carta del Canónigo en que viene con las mismas historias... Nos recomienda a esa tal Isidora y a su hermano para que les aconsejemos y les dirijamos..., ¡qué tonterías!, en su pretensión... Dice que son nietos de la marquesa de Aransis; que él lo probará ante los Tribunales. ¿ crees esto?

De modo que estoy lucida... Después del señor Desmaroy, el señor de Baurepois... De Escila a Caribdis... ¡Qué agradable situación la de una joven casadera!... 16 de diciembre. La abuela acepta difícilmente mi negativa respecto del señor de Baurepois, dice que me porto como un chorlito y lamenta mi deplorable obstinación.

No podemos repetir aquí algunas de las conocidas anécdotas que muestran la rapidez increíble con que escribía Lope de Vega. No debe ser muy exagerado lo que dice en el Arte nuevo de haber escrito comedias en veinticuatro horas. Pero aunque otro dato no tuviéramos, el propio número, que parece fábula, de las obras de Lope, nos haría ver la facilidad pasmosa de su poder creador.

Una vez hecho, le sucede lo que al famoso escultor griego que se enamoró de su hechura, o lo que al Supremo Hacedor, de quien dice la Biblia a cada creación concluida: Et vidit Deus quod erat bonum. Hizo el ministro su ministerial, y vio lo que era bueno.

Decíale el cura muchas veces, que había aceptado aquella plaza en el colegio por no ir de párroco a un pueblo, y eso que le habían ofrecido curatos muy lucrativos. «Pero en un pueblo está uno muy expuesto; no tendría más remedio que tomar ama de gobierno, y eso siempre es comprometido... ¡Cuántos han caído y se han roto las narices!... El que ama el peligro, perecerá en él, dice el apóstol... Figúrate, Miguel, que meto de ama a Petra u otra así por el estilo, y que una noche la gran porcuza, con mala intención, viene a mi cuarto a llamar. ¿Quién está ahí?

Los esqueletos de los Amantes, están bien conservados, y solo cubiertos con unas enaguas cortas de gasa muy trasparente, para que puedan ser vistos y examinados por los que les visiten: el de D.ª Isabel está a la derecha del de D. Diego, y es de admirar como después de tanto tiempo se hallan en tan buen estado. ¡Y qué diferente efecto, dice el Sr.

Jamás los estafadores dignos de fama malogran un esfuerzo: cuando se determinan a dar su golpe, es ya sobre seguro. El vulgo generalmente dice: ¡Amigo, que todavía haya tontos que se claven con estas cosas!

-Ya, ya caigo -respondió don Quijote- en ello: quieres decir que eres tan dócil, blando y mañero que tomarás lo que yo te dijere, y pasarás por lo que te enseñare. -Apostaré yo -dijo Sancho- que desde el emprincipio me caló y me entendió, sino que quiso turbarme por oírme decir otras docientas patochadas. -Podrá ser -replicó don Quijote-. Y, en efecto, ¿qué dice Teresa?

El tío Marcial muestra a su vez su bigote gris y dice alegremente: La consigna está cumplida, señorita, y he llenado la medida; tres pater en vez de dos, porque, ha de saber usted que había sus lagunas... De este modo Dios estará satisfecho y no regateará su ración de felicidad a tan linda criatura.

Vaya, señor don Jeromo dice una voz en falsete para disfrazar la verdadera, desde el portal: á ver esas costillas que se están curando en el varal; esos ricos huevos de la gallina pinta que cacareaba en el corral, por, por, por, poner, por, ¡poner!... ¡Que !... ¡Vaya, que !...