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La vecindad de las serranías permite las inflexiones del terreno, y tan presto se sorprende el viajero con la vista de los bosques gigantescos ó las pequeñas llanuras que terminan en el rio, como admira la lujosa vegetación intermediaria; los altos rocas de arenisca petrificada; las sombrías bocas del Tigrito y otros riachuelos cuyo cauce parece una interminable gruta de verdura; las ondas azules y abundantes de los ríos Negro y La Miel, que sostienen á una y otra margen la cinta turquí de su corriente, sin mezclarse con el Magdalena al principio; el pintoresco caserío de Buena-Vista, situado sobre una barranca y rodeado por la alta muralla de un bosque secular, sobre cuyo fondo oscuro se dibujan los mástiles de los cocoteros y el blanco muro de la capilla parroquial; y mil otros objetos que contribuyen á darle al paisaje variedad y encanto.

Dentro de este vasto territorio, todo ceñido de altas cumbres sin mas salida que la llanura por donde el Guadalmez y el Zuja pasan juntos á regar campos de Estremadura, se dibujan otras largas cadenas de montañas: una de las cuales lo atraviesa todo de levante á poniente, de Fuencaliente á Fuenteovejuna, y es la cordillera principal de los Montes Marianos, que va vertiendo á uno y otro lado las aguas de sus veneros, unas al Guadalquivir, otras al Guadalmez y al Zuja, contornando elevadas barreras.

Rojos están sus ojos, pálidas sus mejillas, contraídas sus facciones. Sus labios dibujan ora una sonrisa amarga, ora murmuran palabras ininteligibles. ¿Reza ó blasfema? ¿Implora ó maldice? ¡Pobre niña!

Hasta los bordes del lago temporal, todos los surcos abiertos por el arado, se convierten en otros tantos regueros, y los caballones dibujan en la corriente largas estelas paralelas. La inundación, que desvanece la esperanza del campesino, es una desgracia, y, sin embargo, en sus temidas aguas, lleva el arroyo un tesoro para años venideros.

En su cúspide dibujan una especie de dientes enormes dos piedras peladas. Nada hay que anime aquella pedregosa sierra: ni un árbol ni una choza. A causa de esto, sin duda, el jardín produce un encanto misterioso.

En medio de estas alturas se levantaban el Guaina Potosí, el Illimani y el nevado de Sorata mostrando su cono oblicuo y achatado, estos tres gigantes de los montes americanos, cuyas resplandecientes nieves se dibujan, por sobre las nubes, en el fondo azul oscuro de ese cielo el mas transparente y bello del mundo.

Algunas de estas nubes se yerguen en el horizonte bajo la forma de verdaderas montañas. Sus crestas y sus cúpulas, sus nieves y sus hielos resplandecientes, sus sombríos barrancos, sus precipicios dibujan todo su relieve con perfecta limpieza. Lo que hay es que los montes de vapor son flotantes y fugitivos; formólos una corriente de aire, y otra corriente puede destrozarlos y disolverlos.

¡Cómo duerme! ¡Chist!... ¡Silencio! no se despierte mi niño. ¡Qué hermoso está! Se sonríe con un gesto tan tranquilo... Revueltos sobre la frente de su cabello los rizos, descubierta la garganta, cuyo cútis cristalino dibujan de azul las venas y hacen mover los latidos, su blanca manita oculta por el redondo carrillo... todo en él es inocencia, parece un ángel bendito.

Cuando subimos sobre cubierta se desvanecía en los horizontes del Poniente la luminosa transparencia del día, yendo poco á poco borrándose los contornos de los monstruosos grupos que dibujan en las nubes los últimos destellos del sol. A la tenue y melancólica luz del crepúsculo divisamos á la banda de babor una cenicienta faja. Eran las costas de Tayabas.

La gran mole levantada sobre la techumbre de la mezquita con su inmensa cúpula en la interseccion de la nave mayor con el crucero, debia estribar toda en los diez y ocho pilares que dibujan la cruz latina de su planta: no habia medio de dirigir los empujes de las bóvedas sobre otros pilares esteriores mas sólidos que sirviesen de contrafuertes, porque en el sistema gótico la mayor fortaleza está en los cuerpos de fábrica de donde arrancan los arbotantes, como otros tantos brazos de piedra que sostienen la balumba de la bóveda que tiende á descuajar y separar los pilares en que apoya; y en el templo de Córdoba por el contrario, los postes de donde podian arrancar los arbotantes eran de menos volúmen y resistencia que los pilares de apoyo de las bóvedas.