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Estaba además adornado con figuras y diagramas extraños y al parecer cabalísticos, de acuerdo con el raro gusto de la época, que habían sido dibujados en el estuco cuando se acabó de poner, y se habían endurecido con el tiempo, sin duda para que sirvieran de admiración á las edades futuras.

Un fuego hirviente giraba por mi cabeza, y un opio el más dulce señoreaba todo mi ser: mis ojos miraban todavía aquellos lindos caracteres dibujados con oro y azul, y mi mente, lanzada ya en la senda de las ilusiones, corría rápidamente tras las sombras engañosas de los paraísos aéreos: ¡oh Abenzeid, qué estado tan celestial!

Hay muchas personas que, como yo, viven principalmente por los ojos; debería tenerse cuenta de ellos y cuidárseles la decoración. En nuestra época toda la fantasía, toda la alegría del color, se ha refugiado en el vestido femenino, puesto que nosotros no somos ya más que tristes maniquíes, todos iguales, negros y dibujados por igual. ¡Ah! permíteme, querido amigo interrumpió Martholl.

Cuando dió Acosta este tratado á la estampa, se ocupaba en componer otro mayor i mas copioso para hablar á la larga de las mas de las yerbas, plantas, frutos, aves i animales, así terrestres como acuáticos que habia en las Indias orientales, no dibujados aun en aquella edad, i de los cuales mui poco había hasta entonces escrito por médicos i filósofos.

A falta de colores, había destellos. El suelo y el aire ardían como una iluminación universal. Luego, los contornos de los objetos, lo mismo los próximos que los lejanos, eran tan puros, tan claros, que algunos, como la Giralda, parecían dibujados en un gran lienzo con mano dura.

La vieja moda, aquella que envolvía a las mujeres en verdaderas bolsas de tela, había desaparecido; ni los filósofos podían pasear de cuatro a cinco de la tarde en el invierno por la calle de la Florida, sin conmoverse ante los cuerpos de las mujeres del día, dibujados d'aprés nature por Mesdames Carreau y Vigneau, con damas de Génova y terciopelos de Venecia; Kitty Bell y Flora Campbell hacían los figurines; Sarah Bernhardt, los guantes.

Con la cabeza ligeramente inclinada hacia el suelo y los ojos entornados, como si quisieran guardar su secreto entre sus largas pestañas, la nariz fina y vibrante, la boca de labios rojos algo gruesos y bien dibujados, la barba fina, el cutis transparente, ofrecía, destacándose sobre aquel fondo de verde otoñal, un maravilloso espectáculo de belleza.

Sobre el cielo obscuro moteado de clavitos de luz marcábanse los mástiles y la chimenea como dibujados con tinta china. Pasaban las estrellas de un lado a otro de los palos, cual un chisporroteo de insectos juguetones saltando entre el cordaje. Algunas, empañadas por el temblor del humo de la chimenea, redoblaban sus titilaciones.

Pocas veces apareció tan pura y limpia de vapores como en aquel momento. La mañana era espléndida. El sol había madrugado mucho, señal cierta de que á la tarde se nublaría. Los contornos de la Peña Mayor y de sus compañeras parecían dibujados sobre el gran lienzo del firmamento por un pincel monstruoso.

Desde las más lejanas cimas occidentales á las que apenas se columbran en occidente, hay una escala armoniosa de todos los colores y matices que puedan nacer al brillar del sol en la transparencia del aire. Entre esas montañas hay algunas que pudieran borrarse con un soplo, tan leves son sus torsos, tan delicadamente están dibujados sus trazos en el fondo del cielo.