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No le pasaría tal ahora me objetó Mari Pepa , si se hubiera casado a tiempo, para vivir como Dios manda. ¿A qué diantres quieren el saber y los posibles cuando se ven solitarios de familia y mozones de casa abierta?... Pues mire, don Marcelo: dicen que para estas casas, por muy cerradas que estén, siempre tiene el diablo una llave.

Por mi parte, puedo deciros que siempre la creí una locura; mas desde anoche comienzo á comprender la pasión del escultor griego. Dadas las especiales condiciones de tu nueva dama, creo que no tendrás inconveniente en presentarnos á ella. Pero... ¿qué diantres te pasa?... diríase que esquivas la presentación. ¡Ja! ¡ja! ¡ja! Bonito fuera que ya te tuviéramos hasta celoso.

Aquí no podía menos de sonreírse Juanita, a pesar de lo fastidiada que estaba, y luego proseguía: «Cierto que yo no soy mala y que amo a Dios sobre todas las cosas y que me complazco en darle adoración y culto; pero también, ¡qué diantres!, ¿por qué no confesarlo?, también me amo y me doy culto a misma. Quizá sea pecado.

Lo de acostarse cerca del amanecer y levantarse después del mediodía para no salir de casa hasta el anochecer, les maravilló tanto como la sopa de nidos de golondrina y las frituras de ancas de rana. ¡María la mi Madre! exclamó Lita al enterarse de ello , pues si esas gentes no ven nunca jamás el sol, ¿qué diantres pueden ver que las alegre y las engorde? Yo creo que eso es vivir contra ley.

¿Qué diantres de personajes serán estos viejos? se preguntaba él cavilando . ¿Serán en realidad profundamente sabios, estarán de buena fe, llenos de vanidad y de soberbia por la comodidad y el regalo con que viven, gracias a sus envidiables inventos o habrá en ellos algo de embaucadores y de farsantes? Así discurría Miguel de Zuheros, pero se callaba y ni al doncel sutil confiaba su discurso.

Así se supiera dónde diantres los van a buscar. Esta investigación sería de grande utilidad para mejorar nuestras crías. Por un periódico sabe usted que hay Cortes reunidas para elevar sobre el cimiento el edificio de nuestra libertad. Por ellos se sabe que hay dos Estamentos, es decir, además del de Procuradores, otro de Próceres.

Conocí el dominó; pero esta noche es imposible; Paquita está ahí; mas el marido se ha empeñado en venir; no sabemos por dónde diantres ha encontrado billetes. ¡Lástima grande! ¡mira qué ocasión! Te hemos visto, y no atreviéndose a hablarte ella misma, me envía para decirte que mañana sin falta os veréis en la Sartén... Dominó encarnado y lazos blancos... Bien. ¿Estás? No faltaré.

No se sabía tampoco a dónde diantres había ido a parar el picador; pero Segunda había traspasado la huevería y tenía en la misma Cava un poco más abajo, cerca ya de la escalerilla, una covacha a que daba el nombre de establecimiento. En aquella caverna habitaba y hacía el café que vendía por la mañana a la gente del mercado. Cuatro cacharros, dos sillas y una mesa componían el ajuar.

Es usted joven, agradable, tiene entendimiento y talento; aprovéchese un poco de todas esas cosas... ¿Por qué no hace usted la corte á la señorita Helouin? Eso le divertirá... es bonita, y se dejaría decir... ¡pero diantres! ¡Yo olvido mi promoción á las grandes dignidades!... Vamos, adiós; hasta mañana. ¿No es así? Hasta mañana, ciertamente.

¡Ábrala usted! exclamó Dechard. ¡Se abre hacia fuera! ¡Qué diantres, Bersonín gritó impaciente Dechard. ¿Tienes miedo a un hombre solo? Me sonreí al oírle y en el mismo instante se abrió la puerta violentamente. La luz de una linterna me mostró a los tres rufianes agrupados en el umbral y apuntando con sus revólvers. Lancé un grito y me precipité sobre ellos a la carrera.