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Y por la noche, cuando el sueño aflojaba su voluntad en dolorosa tensión, la casa azul, los ojos verdes y diabólicos de su dueña, y la boca fresca, grande y carnosa con su sonrisa irónica que parecía temblar entre los dientes blancos y luminosos, eran el centro inevitable de todos sus ensueños. ¿Para qué resistir más? Podía pensar en ella cuanto quisiera; esto no lo sabría su madre.

Allí estaban cubiertos de glorioso polvo sobre la mesa del despacho diabólicos artefactos de acero y madera, esperando en posturas interinas a que don Víctor emprendiese el estudio serio de las matemáticas, de todas las matemáticas, que tenía aplazado por culpa de la compañía dramática de Perales.

Anita comenzó a comprender y sentir el valor artístico del D. Juan emprendedor, loco, valiente y trapacero de Zorrilla; a ella también la fascinaba como a la doncella de doña Ana de Pantoja, y a la Trotaconventos que ofrecía el amor de Sor Inés como una mercancía.... La calle obscura, estrecha, la esquina, la reja de doña Ana... los desvelos de Ciutti, las trazas de D. Juan; la arrogancia de Mejía; la traición interina del Burlador, que no necesitaba, por una sola vez, dar pruebas de valor; los preparativos diabólicos de la gran aventura, del asalto del convento, llegaron al alma de la Regenta con todo el vigor y frescura dramáticos que tienen y que muchos no saben apreciar o porque conocen el drama desde antes de tener criterio para saborearle y ya no les impresiona, o porque tienen el gusto de madera de tinteros; Ana estaba admirada de la poesía que andaba por aquellas callejas de lienzo, que ella transformaba en sólidos edificios de otra edad; y admiraba no menos el desdén con que se veía y oía todo aquello desde palcos y butacas; aquella noche el paraíso, alegre, entusiasmado, le parecía mucho más inteligente y culto que el señorío vetustense.

GUZMÁN. Se entiende. JIMENO. Pues... mis dudas tengo en cuanto a eso. GUZMÁN. ¿Qué decís? JIMENO. Desde el suceso que acabo de contaros no ha dejado de haber lances diabólicos... Yo diría que el alma de la gitana tiene demasiado que hacer para irse tan pronto al infierno. FERRANDO. ¡Jum!... ¡Jum!... JIMENO. ¿He dicho algo? FERRANDO. Preguntádmelo a . GUZMÁN. ¿La habéis visto?

Esforzose en experimentar inmenso desahogo; esforzose en pensar con alegría que los ojos terribles de la sarracena habían chirriado en las llamas; que su carne maldita era ahora ardiente despojo cayendo a pedazos en la hoguera; que su misterioso poder y sus hechizos diabólicos se habían hundido con su alma en la negrura de los infiernos; y sintiendo correr las lágrimas por su rostro, postrose de rodillas entre los pies de la muchedumbre, exclamando con fuerza: ¡Oh, santa, santa Inquisición, tu justicia me redime, tu hoguera me salva!

Siglos hacía ya que se habían prohibido las fiestas del dios del vino, aunque todavía subsistiesen vestigios de ellas; no si ya se ha hecho la observación de que probablemente dieron nacimiento á la fiesta del Carnaval. Ludos etiam diabolicos et vallationes vel cantica gentilium fieri vetate nullus hæc christianus exercat, quia per hæc paganas efficitur.

Supo hacerse el interesante, lo cual poco trabajo le costaba tratándose de Ana, que cada día iba descubriendo en él, aun sin verle, más encantos diabólicos.

Algunos pocos, aun con ser rudos y bárbaros, advierten los fraudes y engaños diabólicos; pero los más creen nacer esto de la gran providencia y amor que sus dioses les tienen, no obstante que toquen con la experiencia que al mejor tiempo son de ellos abandonados y vencidos y despojados de sus enemigos.

Viéndose vencido de esta manera el demonio, se valió de otras trazas diabólicas para perturbar la obra comenzada, incitando y conmoviendo para ese fin á muchos de sus secuaces; pero Dios desvaneció sus intentos haciendo de los mismos diabólicos ministros fieles coadjutores de los Padres en aquella conversión.

Por dicha, cesó pronto en el cerebro de Fray Miguel, aquel a modo de mareo. Y, terminada también la serie de conjuros ininteligibles, oyó que el Padre Ambrosio le decía: No es todo alucinación mental lo que acabas de experimentar ahora. En gran parte, es efecto de las palabras mágicas que he pronunciado. Nada sin embargo más natural. No receles artes ni prestigios diabólicos.